Este jueves, Donald Trump sorprendió al mundo al anunciar que el abogado y activista antivacunas Robert F. Kennedy Jr. será su futuro secretario de Salud. Un nombramiento que no solo genera controversia por el historial de Kennedy en temas de salud pública, sino también por su apoyo incondicional al magnate durante su campaña presidencial.
Kennedy, sobrino del asesinado presidente John F. Kennedy, ha sido una figura polémica, conocido por sus teorías conspirativas, especialmente en lo relacionado con las vacunas contra el COVID-19. A lo largo de su carrera, ha cuestionado la seguridad de las vacunas y ha sugerido medidas poco convencionales, como la eliminación del flúor en el suministro de agua, una acción que muchos en la comunidad médica consideran un logro en la prevención de caries.
Trump, quien asumirá la presidencia el 20 de enero, ha expresado que su objetivo con este nombramiento es asegurar que el Departamento de Salud juegue un papel crucial en la protección de la población contra productos químicos, pesticidas y otros factores que, según él, contribuyen a una “crisis de salud” en Estados Unidos. En su comunicado, publicado en su red social Truth Social, Trump destacó que este ministerio será clave para proteger a los ciudadanos de los peligros de productos farmacéuticos y aditivos alimentarios.
El futuro de la salud pública en Estados Unidos bajo el liderazgo de Robert F. Kennedy Jr. está rodeado de incertidumbre. Su nombramiento es visto por muchos como una señal de que Trump está decidido a rodearse de aliados leales, independientemente de su experiencia o formación en el campo. Kennedy, quien renunció a su candidatura independiente para apoyar a Trump, es conocido por sus opiniones radicales y su estilo poco convencional, algo que parece coincidir con la visión de Trump de un gabinete sin restricciones.
El presidente electo también ha hecho otros nombramientos polémicos, como la designación de Matt Gaetz, un congresista envuelto en acusaciones graves, para el Departamento de Justicia, y la elección de Tulsi Gabbard, exmiembro del Partido Demócrata, para dirigir los servicios de inteligencia. Estos movimientos refuerzan la idea de que Trump busca rodearse de figuras leales que no cuestionen su autoridad.
Sin embargo, los nombramientos de Trump no terminan ahí. Aún se espera la confirmación de cargos clave como el secretario del Tesoro y el portavoz de la Casa Blanca, mientras que la polémica sobre su elección de personal se intensifica, especialmente dentro del Partido Demócrata. El senador John Fetterman, del Partido Demócrata, calificó esta serie de decisiones como un “troleo de competición” dirigido a incomodar a los progresistas.
El 45º, y pronto 47º, presidente de Estados Unidos parece estar tomando un enfoque único para configurar su gabinete, enfocándose en lealtades personales y visibilidad mediática más que en la experiencia gubernamental tradicional. En un giro inesperado, Trump parece estar formando un equipo que refleja sus intereses más personales y políticos, mientras se prepara para enfrentar el desafío de gobernar en un contexto político cada vez más polarizado.
