El satélite Landsat 8 de la NASA registró una peculiar nube en el cielo de Nueva Zelanda el pasado 7 de septiembre. Conocida por los locales como Taieri Pet, esta formación nubosa ha ganado notoriedad por su peculiar forma y por mantenerse aparentemente inmóvil, despertando la curiosidad de quienes se preguntan si se trata de un fenómeno sobrenatural o incluso de un OVNI. Sin embargo, la ciencia tiene una explicación más terrenal para esta “mascota” atmosférica.
La Ciencia detrás de la Taieri Pet
Aunque su apariencia y ubicación constante han dado pie a rumores de actividad extraterrestre, esta formación no es obra de la ciencia ficción, sino un altocúmulo lenticular alargado (ASLC), según meteorólogos de la NASA y el MetService de Nueva Zelanda. Con una extensión de 11.5 kilómetros, la Taieri Pet se forma cuando los vientos del noroeste impactan con la cordillera Rock and Pillar Range, creando una onda atmosférica estacionaria que permite que la nube permanezca en el mismo lugar.
Este fenómeno atmosférico se produce cuando los vientos predominantes encuentran obstáculos geográficos, como cadenas montañosas, que los obligan a ascender. Al elevarse, el aire se enfría y el vapor de agua se condensa, originando nubes de bordes bien definidos y con una apariencia lisa y estacionaria. Sin embargo, esta tranquilidad aparente oculta condiciones atmosféricas turbulentas que pueden representar un riesgo para la aviación debido a las corrientes verticales y las bajas temperaturas que generan turbulencias y formación de hielo en los aviones.
Un Símbolo Local en el Cielo de Nueva Zelanda
Para los habitantes de Nueva Zelanda, la Taieri Pet ya es parte de su paisaje y cultura. La nube aparece con regularidad en la región, y los locales la han adoptado como una especie de “mascota” en el cielo, un espectáculo que, a pesar de no estar relacionado con vida extraterrestre, sigue siendo fascinante por su misticismo y belleza natural.
Aunque la Taieri Pet no es un OVNI, su presencia nos recuerda lo extraordinario y misterioso que puede llegar a ser nuestro entorno natural, incluso cuando la ciencia ya ha desentrañado los secretos detrás de estos fenómenos atmosféricos.