De la Redacción
El Buen Tono
Región.- El Órgano de Fiscalización Superior (Orfis) de Veracruz, institución teóricamente destinada a vigilar el uso adecuado de los recursos públicos, se ha convertido en una de las piezas clave para perpetuar la corrupción. Su labor superficial y sin consecuencias reales, evidencia que no tiene el propósito de recuperar los recursos que alcaldes desvían, sino de encubrirlos y beneficiarse de estos manejos irregulares.
Es el caso de las administraciones de Leticia López Landero en Córdoba, y de Igor Fidel Rojí López en Orizaba, las cuales han sido señaladas por un daño patrimonial de 107 y 46 millones de pesos, respectivamente, pero siguen impunes, sin devolver un solo peso de lo robado, tampoco nadie ha pisado la cárcel.
Con el Orfis al mando, miles de obras en municipios quedan sin inspección, mientras que sólo unas pocas son auditadas cada año.
La revisión de estas se realiza, además, de forma mínima y superficial, sin indagar a fondo, lo que permite a las administraciones municipales ocultar las irregularidades.
El Orfis pasa por alto la mayoría de las obras o simplemente “delega” la supervisión para casos aislados, dejando espacio para que las gestiones corruptas continúen y para que algunos alcaldes o alcaldesas ladrones desvíen recursos sin afrontar las consecuencias.
Es escandaloso que, con tantas evidencias de daño patrimonial en municipios de Veracruz, el Orfis no exija la devolución de un solo peso.
Al no castigar a quienes desvían fondos y tampoco solicitar el retorno de los montos robados, este órgano se convierte en un aliado de la corrupción, en vez de un verdadero vigilante del patrimonio público.
