Washington.- El presidente Barack Obama no dio un salto al vacío cuando la semana pasada anunció la normalización de las relaciones de Estados Unidos con Cuba. Contaba con amplio apoyo en su partido, el demócrata.
Y sabía que, para las nuevas generaciones de cubanoamericanos, el embargo comercial tiene cada vez menos sentido y la reconciliación ha dejado de ser un tabú.
Entre quienes en EE UU aplauden la iniciativa de Obama, se encuentran además algunos de sus críticos más feroces, desde políticos del ala derecha del Partido Republicano a grupos de presión que llevan años dedicados a socavar el programa del presidente.
“No puedes permitir que la amargura gobierne una política exterior, aunque esta amargura sea legítima”, escribe en The Wall Street Journal Peggy Noonan, una de las columnistas conservadoras más agudas en sus ataques a Obama. Noonan, que en los años ochenta escribió algunos de los mejores discursos de Ronald Reagan, alude a la “amargura” de las viejas generaciones de exiliados, que hasta ahora han condicionado la política de la primera potencia mundial hacia la isla caribeña.
La página editorial de The Wall Street Journal, biblia del libre mercado y del conservadurismo, cuestionó los motivos del presidente pero recordó que hace 20 años el diario ya pidió el levantamiento del
embargo comercial.
El pragmatismo y la realpolitik, una doctrina asociada históricamente