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El Pan de Muerto: Un aroma que celebra la vida y la muerte

Superiberia

A medida que octubre avanza y noviembre se acerca, las panaderías del centro del país comienzan a inundarse de fragancias de flores de azahar, anís y ralladura de naranja. Este aroma anuncia la llegada del pan de muerto, un alimento que no solo es un deleite para los sentidos, sino también un elemento central en la celebración del Día de Muertos.

El pan de muerto se presenta en una variedad de formas y recetas, cada una con un significado y propósito ritual. Este manjar, que honra a los difuntos en los altares de la festividad, ha evolucionado a lo largo del tiempo, adaptándose a nuevas tendencias. Así, los panaderos han creado versiones veganas, decoraciones vibrantes y rellenos innovadores, pero la esencia de esta tradición permanece.

En el corazón del país, se elabora un tipo de pan que se asemeja a un bizcocho, hecho con harina, sal, azúcar, levadura, huevo, azahar o anís y ralladura de naranja. Su forma redonda y los “huesitos” que lo adornan son representaciones simbólicas de la conexión entre la vida y la muerte.

¿Qué significan las formas del pan de muerto?

Sarah Bak-Geller Corona, investigadora del Instituto de Investigaciones Antropológicas, comparte que existen diversas leyendas en torno a este pan. Aunque algunas historias sugieren que su forma se asemeja al corazón de los sacrificios prehispánicos, esta conexión ha sido desmentida debido a las diferencias entre los rituales de la época y las actuales celebraciones del Día de Muertos.

  1. Forma Redonda: Representa un montículo de tierra que cubre el féretro, simbolizando la continuidad de la vida y la muerte.
  2. Esqueleto: Los “huesos” que decoran el pan se interpretan como brazos y piernas de una calavera, y algunos creen que representan los puntos cardinales de la cosmovisión mesoamericana.
  3. Lágrimas: El ajonjolí, utilizado como adorno, es considerado un símbolo de las lágrimas de las almas que regresan a visitar a sus seres queridos.
  4. Flores: El sabor a azahar evoca la entrada al inframundo y se asocia con las flores de cempasúchil, que decoran las ofrendas.

Una Celebración a la Vida

Como señala Andrés Medina Hernández del Instituto de Investigaciones Antropológicas, el Día de Muertos no es solo un momento para recordar a los que han partido, sino una celebración de la vida misma. El pan de muerto, con su sabor único y su rica simbología, es un claro reflejo de esta dualidad, uniendo a los vivos y a los muertos en un festín que trasciende el tiempo.

Así, mientras las panaderías del centro del país continúan ofreciendo este delicioso pan, no solo alimentan el cuerpo, sino también el alma, recordándonos que la muerte y la vida son partes de un mismo ciclo.

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