AGENCIA
Nacional.- A pocos días de la celebración del Día de Muertos, una de las festividades más significativas en México, millones de familias se preparan para honrar a sus seres queridos. Este ritual, que mezcla tradiciones prehispánicas y novohispanas, incluye elementos profundamente simbólicos, como el xoloitzcuintle, un perro endémico de México que tenía un papel sagrado en la cosmovisión prehispánica.
El Xoloitzcuintle en el Mictlán
En la tradición de los antiguos nahuas, el Xoloitzcuintle era considerado un guía fiel para las almas en su travesía hacia el Mictlán, el inframundo. Este leal compañero ayudaba a los muertos a cruzar los nueve niveles del inframundo, razón por la que a menudo eran sacrificados y enterrados junto a los difuntos como parte de una ofrenda sagrada.
El nombre “xoloitzcuintle” proviene del náhuatl, combinando “xólotl” (extraño o servidor) y “itzcuintli” (perro). Xólotl, el dios mexica con cabeza de perro, era visto como protector de los muertos y quien otorgó este animal a la humanidad.
En el México prehispánico, los xoloitzcuintles eran símbolo de protección en la vida y en la muerte, acompañando a nobles en sus entierros. A pesar de los intentos de extinguir la especie y su simbolismo durante la Conquista, el xoloitzcuintle ha perdurado hasta convertirse en un símbolo nacionalista y cultural que nos conecta con nuestras raíces.