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La ‘Casa Voladora’ de Chetumal: Un símbolo de supervivencia tras el huracán ‘Janet’

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El pasado 27 de septiembre se cumplieron 69 años de la llegada del huracán Janet a Quintana Roo, un fenómeno natural que dejó una profunda huella en la historia del estado. Entre las historias de sobrevivencia y resiliencia que emergieron de aquel evento, destaca la famosa “casa voladora” de Chetumal, un testimonio del poder de la naturaleza y la fortaleza humana.

La Historia Detrás de la “Casa Voladora”

Construida en 1951 por Salomón Bellos González, la “casa voladora” se convirtió en un símbolo de esperanza después de que el huracán Janet, de categoría 5, tocara tierra en 1955. En aquel entonces, la mayoría de las viviendas en la región eran de madera, lo que las hacía vulnerables a los intensos vientos del huracán. Según la versión más popular, los fuertes vientos levantaron la casa de su base, llevándola volando por los aires con 25 personas en su interior. Los residentes no se dieron cuenta de la transformación de su hogar hasta el día siguiente, cuando encontraron su vivienda a 300 metros de distancia, cerca del parque Los Caimanes. Sorprendentemente, ninguno de los ocupantes resultó herido.

A pesar de la narrativa que sugiere que la casa voló debido a los vientos, expertos coinciden en que, en realidad, fue arrastrada por las potentes corrientes de agua generadas por la tormenta. Sin embargo, el nombre “casa voladora” se ha mantenido en la memoria colectiva de los chetumaleños.

Un Legado que Persiste

Hoy en día, la “casa voladora” se ha convertido en un pequeño museo y uno de los lugares más icónicos de Chetumal. En su interior, los visitantes pueden encontrar recortes de periódicos de la época, fotografías de la familia que habitó la casa y objetos relacionados con este extraordinario evento. Una placa conmemora la historia, asegurando que las generaciones futuras no olviden la valentía y la resistencia de aquellos que vivieron esa experiencia.

La “casa voladora” no solo es un recordatorio de los desastres naturales que pueden impactar nuestras vidas, sino también un símbolo de la capacidad de las comunidades para unirse y reconstruirse frente a la adversidad. La memoria del huracán Janet sigue viva en Chetumal, y la “casa voladora” se erige como un testamento de la fuerza del espíritu humano.

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