En un caso que ha sacudido a la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Brian Jeffrey Raymond, un experimentado agente de la embajada de Estados Unidos en México, fue sentenciado a 30 años en prisión federal por drogar, fotografiar y agredir sexualmente a más de 20 mujeres durante sus misiones alrededor del mundo. La sentencia fue impuesta el miércoles tras una emotiva audiencia en la que algunas de las víctimas describieron cómo fueron manipuladas por un hombre que aparentaba ser amable y confiable, representando una agencia que, en teoría, debía proteger al mundo del mal.
Raymond, de 48 años, permaneció abatido durante la audiencia, mientras escuchaba la sentencia impuesta por la jueza federal Colleen Kollar-Kotelly, quien describió al exagente como un “depredador sexual”. Las pruebas fueron contundentes: más de 500 fotografías documentaban sus actos atroces, donde posaba y abusaba de mujeres inconscientes, a quienes drogaba después de atraerlas a su apartamento a través de aplicaciones de citas.
Este escándalo, que abarca 14 años de crímenes en países como México y Perú, dejó devastadas a sus víctimas, quienes compartieron desgarradores testimonios ante el tribunal. Muchas de ellas solo se enteraron de los abusos tras ser contactadas por el FBI, que les mostró las fotografías de sus cuerpos inconscientes. Una víctima describió: “Mi cuerpo parece un cadáver sobre su cama”, mientras otra narró cómo sufrió una crisis nerviosa que la dejó con secuelas psicológicas permanentes.
El gobierno mexicano, a través de la Fiscalía General de la República y la Secretaría de Relaciones Exteriores, jugó un papel clave en la investigación, colaborando en la recopilación de pruebas y facilitando la rápida captura y condena de Raymond. El Departamento de Justicia de Estados Unidos subrayó la gravedad del caso, destacando que el exagente no solo traicionó la confianza depositada en él por la agencia, sino que usó su posición para cometer estos crímenes durante más de una década.
Raymond se declaró culpable de cuatro de los 25 cargos que enfrentaba, incluyendo abuso sexual y coerción. Además de la sentencia de 30 años, la jueza ordenó que pague 10,000 dólares a cada una de sus 28 víctimas, una cantidad que, aunque simbólica, busca ofrecer algo de justicia a las mujeres cuyas vidas fueron destrozadas por sus actos.
Este caso deja una profunda marca en la historia de la CIA, revelando los peligros que pueden surgir cuando el poder y la confianza son manipulados para el mal.
