Pocos son quienes en el mundo político mexicano pueden pasar la prueba del ácido de convivir con su pasado presidencial y ver el transcurso de sus días entre aquellos a quienes gobernaron.
Por el contrario, la mayoría de los presidentes mexicanos de los tiempos recientes se han visto forzados o a la clausura (como Díaz Ordaz) o al exilio como Carlos Salinas, Ernesto Zedillo o Felipe Calderón, víctimas en un grado mayor o menor del repudio o el desprecio de sus conciudadanos, quienes no han querido esperar con paciencia, o lo han adelantado, el juicio de la historia.
Sin embargo no había antecedente de la metástasis del desprecio hacia otros países, asunto alguna vez reservado para los grandes tiranos o los sátrapas de una u otra coloratura.
En ese sentido recuerdo el peregrinar de Reza Pahlevi, a quien terminaron despachando al otro mundo en un sospechoso quirófano.
La persecución estalinista de Trotsky, cuyo fin ocurrió de manera aleve y sangrienta en Coyoacán, tuvo otros escenarios y la fuerza soviética presionaba gobiernos para frenar las posibilidades de asilo del enemigo del
“Padrecito”.
Pero en el caso actual, Felipe Calderón repudiado en Estados Unidos, así la dimensión del rechazo sea ahora muy pequeña, es una muestra de cómo se ha extendido una condena quizá anticipada, pero de todos modos esperada.
El propio Calderón, en los últimos meses de su gobierno, lo decía con una cierta dosis de estoicismo amargo: el juicio de la historia siempre suele ser injusto. Me atengo a los dictados de mi conciencia.
Pero esos dictados no anulan dos hechos. El primero, la denuncia del 2011 promovida por mexicanos en el Tribunal Penal Internacional, donde se ha juzgado y condenado a genocidas y ahora las publicaciones y recolección de firmas en Estados Unidos en tono de protesta por la inclusión de FCH en un programa académico de la prestigiada Universidad de Harvard (cuyo desprestigio puede comenzar con esas contrataciones) y del cual nos enteramos ahora los mexicanos.
La prensa mexicana y los portales de internet han sido prolijos en la divulgación de este rechazo. Veamos este artículo de alto nivel:
“…A través de la plataforma de activismo político change.org se han publicado diversas peticiones a los altos directivos de Harvard para que revierta la contratación de Calderón, entre otros puntos, por la ola de violencia y violaciones a los derechos humanos que caracterizaron a su gobierno, según destacan los inconformes.
“En este sentido, la prensa estadunidense dio a conocer el rechazo ciudadano a la nueva carrera de catedrático que pretende iniciar Calderón y la beca académica que recibió de Harvard.
“Medios como The Boston Globe, The Huffington Post y Mother Jones, entre otros tradicionales, blogs y periódicos universitarios -The Crimson, Chronicle of Higher Education y Bostinno- dieron a conocer la polémica desatada por la próxima docencia de Calderón y destacan los pronunciamientos de diferentes ciudadanos en México y EU, así como de alumnos y ex alumnos de Harvard.
“Por ejemplo, The Huffington Post mostró el pronunciamiento que Marion Lloyd, ex alumno de Harvard e investigador de la UNAM, escribió para Chronicle of Higher Education, en el cual señala que el mensaje que da Harvard con la asignación de la beca al ex mandatario es erróneo, puesto que da reconocimiento a ex dirigentes “a pesar de tener un liderazgo cuestionable”.
“Aunado a esto, un artículo en Mother Jones, ampliamente reseñado en Estados Unidos, relata cómo ciudadanos de ambos países se preparan para iniciar formalmente campañas de presión contra Harvard para que revierta la cátedra de Calderon…
“…Un informe de Human Rights Watch publicado 2011 encontró evidencia que vincula a las fuerzas mexicanas de seguridad a más de 170 casos de tortura, desapariciones, 39 y 24 ejecuciones extrajudiciales durante la Presidencia de Calderón…
“…Así, a días de que Calderón arranque con su docencia en Harvard, de donde se graduó y obtuvo su maestría en administración pública en 2000, enfrenta esta muestra de rechazo ciudadano, aunque cabe recordar que no es la primera vez que la invitación a un presidente latinoamericano a la universidad ha provocado controversia.
“El ex presidente colombiano Álvaro Uribe enfrentó una situación similar al ser repudiado por estudiantes del campus de la Universidad de Georgetown, quienes criticaban su historial de derechos humanos”.
En este sentido cabe una anotación: Uribe y Calderón siguieron los mismos pasos de dependencia de una política contra el crimen diseñada en los Estados Unidos. Uribe con el Plan Colombia y Calderón con la “Iniciativa Mérida”, cuyo resultado, en ambos casos, ha sido un baño de sangre.
Aquí vale la pena recordar algunos de los argumentos de los ciudadanos cuyas 25 mil formas apoyaron una denuncia ante el tribunal internacional en diciembre de 2011.
“…Los crímenes de lesa humanidad -descritos en el artículo 7 del Estatuto de Roma- implican un ataque generalizado o sistemático en contra de una población civil y con conocimiento de dicho ataque, en el que se somete a las personas a esclavitud, tortura, desaparición forzada de personas, asesinato, violación, esclavitud sexual y prostitución forzada entre otros…
“…La petición que presentamos el 25 de noviembre no implica enjuiciar a Calderón simplemente por su errada estrategia antinarcóticos, o a los narcotraficantes por el simple hecho de vender drogas. Esos juicios pueden y deben
realizarse todavía en nuestro país.
“Lo que solicitamos al fiscal de la CPI es una investigación por las desapariciones forzadas, por el reclutamiento de niños menores de 15 años como sicarios, por las ejecuciones extrajudiciales cometidas por soldados, por la mutilación de enemigos como forma de intimidación, por los ataques a la población civil, por el desplazamiento forzado de personas, por la violación sexual de mujeres y niñas, por los actos de tortura perpetrados y tolerados por el Ejército, por los ataques a centros de rehabilitación de enfermos, así como por el secuestro, venta y esclavización de migrantes por parte de miembros del Instituto Nacional de Migración.
“El Jefe del Ejecutivo Federal, sus mandos civiles y militares así como los capos de la droga serían responsables de estos crímenes. Aunque todos ellos podrían alegar no haber cometido ningún asesinato directamente, ni ordenado los graves crímenes que aquí se les imputan, son responsables de encubrir y proteger a los sicarios, policías y soldados que directamente los cometen. Con ello la brutal violencia que azota a nuestro país se ha institucionalizado y se ha convertido en práctica cotidiana”.
Independientemente del fracaso al cual están destinadas ambas acciones (FCH irá a Harvard y sus publicistas lo presentarán como un éxito total y la CPI nunca moverá un dedo en su contra), el ex presidente no es sólo un político insensible.
Es un hombre cuyo temperamento lleno de resentimiento y complejos, se exacerba cuando siente el rechazo ante el cual responde duplicando los “pretextos” con los cuales la incomprensión ajena lo ataca. El futuro de su vida oscilará entre la jactancia y la amargura: Quizá gane la segunda.