De la Redacción
El Buen Tono
Orizaba.- El homicidio de la pequeña José Poleth ha puesto de luto a la comunidad de Orizaba, pero las recientes declaraciones del alcalde Juan Manuel Diez Francos, no sólo han sumado indignación, sino que reflejan una preocupante indolencia de la autoridad ante una tragedia que involucra la seguridad pública, pues ni las cámaras de videovigilancia funcionan adecuadamente.
Y es que el alcalde minimizó el caso, culpando directamente a la madre de la menor, y demostrando una alarmante falta de empatía y responsabilidad.
“No podemos traer un policía detrás de cada una de las personas”, expresó Diez, mostrando indiferencia hacia el papel fundamental que deben jugar las autoridades en garantizar la seguridad de sus ciudadanos.
En lugar de asumir un compromiso firme para prevenir futuras tragedias, Diez Francos elige lanzar la culpa sobre una madre que ha perdido a su hija, evitando así cualquier autocrítica sobre las fallas estructurales de la administración municipal.
El alcalde omite la realidad evidente: la infraestructura de seguridad en Orizaba es insuficiente. Las cámaras que supuestamente vigilan la zona donde fue hallado el cuerpo de José Poleth, no fueron útiles para evitar la tragedia, y es inquietante que Diez Francos simplemente se lave las manos ante esta carencia.
Afirmar que “fue un descuido de la familia” es una postura peligrosa que no sólo normaliza la omisión del Estado, sino que también deshumaniza a las víctimas y sus familias, quienes ya están sumidas en el sufrimiento.
Orizaba está de luto, pero exige justicia y acciones concretas. La indolencia de sus autoridades es una afrenta a la comunidad y una traición a la confianza que se les ha otorgado para proteger y servir.
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