AGENCIA
Kenia.- El reciente asesinato de Rebecca Cheptegei, corredora de élite de Uganda, ha puesto en evidencia una trágica realidad en el mundo del atletismo: ser mujer atleta en Kenia se ha convertido en un deporte de alto riesgo. Cheptegei, que representó a Uganda en el maratón de los Juegos Olímpicos de París, fue presuntamente rociada con gasolina y quemada viva por su pareja en su casa de Endebess, en el condado de Trans-Nzoia, en el oeste de Kenia. La atleta, que fue ingresada en estado crítico con quemaduras en el 80 por ciento (%) de su cuerpo, falleció el 4 de septiembre tras varios días en el hospital.
Este trágico evento se suma a una serie de crímenes contra mujeres atletas en la región. En 2021, Agnes Tirop, una promesa del atletismo keniano y plusmarquista mundial de 10 kilómetros en ruta, fue brutalmente asesinada por su esposo. El asesinato, cometido con un cuchillo en su casa de Iten, sacudió al país y a la comunidad internacional. Su marido, Ibrahim Rotich, confesó el crimen en una nota, alegando que su relación estaba “llena de peleas”.
Apenas unos meses después, en abril de 2022, Damaris Mutua, otra atleta destacada, fue hallada muerta en su domicilio de Iten. Mutua, ganadora de medallas en competencias internacionales, fue estrangulada por su pareja con una almohada. Su muerte, al igual que la de Tirop, encendió protestas entre atletas kenianos e internacionales contra la creciente violencia de género.
El ministro keniano de Deportes, Kipchumba Murkomen, calificó el asesinato de Cheptegei como un “claro recordatorio de la urgente necesidad de combatir la violencia de género”, reconociendo la creciente amenaza que enfrentan las mujeres en el deporte de élite en Kenia. Sin embargo, las respuestas institucionales han sido insuficientes frente a una crisis sistemática.
Los datos del Centro Nacional de Investigación Criminal (NCRC) y la Coalición sobre Violencia contra las Mujeres (COVAW) revelan una alarmante frecuencia de violencia de género en Kenia. Cada dos días, una mujer muere a manos de su pareja o un familiar cercano, y el 28% de las mujeres entre 15 y 49 años han experimentado violencia física, sexual o emocional.
Esta violencia se perpetúa en un contexto donde los delitos como la violación dentro del matrimonio no están adecuadamente penados, y las leyes de familia discriminan a mujeres y niñas, dejándolas vulnerables a abusos.
En el caso de Cheptegei, la violencia machista no solo acabó con la vida de una atleta prometedora, sino que también expuso una cultura de impunidad y negligencia. El ministro Murkomen ha prometido justicia, pero la verdadera medida de compromiso del gobierno se reflejará en acciones concretas para erradicar la violencia de género y proteger a las mujeres en todos los ámbitos, incluido el deportivo.
El deporte, que debería ser un campo de igualdad y superación, se ha convertido en un escenario de violencia para mujeres atletas en Kenia. La comunidad internacional y las autoridades deben actuar con firmeza para garantizar que el deporte deje de ser un riesgo mortal para las mujeres y se convierta en un espacio seguro y equitativo para todos.