De la Redacción
El Buen Tono
Xalapa.- En un país donde la impunidad y la corrupción son el origen de todas las calamidades que se viven, el caso de Miguel Ángel Yunes Márquez, Chiquiyunes, se ha convertido en un símbolo del deterioro moral de la clase política mexicana.
Prófugo de la justicia, y con una orden de aprehensión en su contra, este personaje ahora está en el Senado de la República, donde se crean las leyes que él mismo evadió y violó. ¡De Ripley!
Chiquiyunes, quien huyó a Estados Unidos alegando una “enfermedad” que le impedía moverse y estar sentado por más de 45 minutos, eludió la justicia mexicana refugiándose en un lujoso hotel en Miami. Mientras, en México, se aprobaban las leyes que él prefirió ignorar. “Violó la ley, no quiso enfrentarla, y ahora está en el lugar donde se autorizan las leyes”, denuncian sus críticos, quienes no pueden evitar ver la ironía y el cinismo de la situación. Para muchos, su llegada al Senado es una burla descarada a la justicia y a todos aquellos que sí deben cumplir con las leyes, mientras él y otros como él parecen estar por encima de ellas.
Aún más preocupante es la red de complicidad que rodea a Chiquiyunes. En su estado natal de Veracruz, donde su familia tiene fuertes lazos políticos, sigue siendo apoyado por amigos y aliados, quienes, en lugar de repudiarlo, lo acogen y lo respaldan. Este respaldo, que ignora las acusaciones de corrupción y evasión de la justicia, sólo refleja la corrupción del sistema.