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La migración venezolana ha alcanzado niveles alarmantes, y se prevé que una nueva ola de desplazamientos masivos se avecina, lo que ha generado preocupación en toda América Latina. Según un reciente estudio, si el régimen de Nicolás Maduro continúa en el poder, se estima que hasta 8 millones de venezolanos podrían abandonar el país en los próximos años, lo que representa un “tsunami migratorio” que podría desbordar las capacidades de los países vecinos y afectar la estabilidad regional.Hasta junio de 2023, aproximadamente 7,3 millones de personas han dejado Venezuela, con 6,1 millones de migrantes viviendo en otros países de América Latina y el Caribe.
Colombia ha recibido la mayor parte, con 2,5 millones de venezolanos, seguido por Perú y Ecuador, que albergan a 1,5 millones y 500 mil, respectivamente.Este fenómeno migratorio no solo es un desafío humanitario, sino que también plantea serias implicaciones económicas y sociales para los países receptores.
La llegada masiva de migrantes ha incrementado la presión sobre los servicios públicos y ha generado tensiones en las comunidades locales. Muchos migrantes llegan en condiciones de pobreza extrema y con escasas habilidades laborales, lo que complica su integración en el mercado laboral y puede resultar en un aumento de la informalidad y la pobreza en los países de acogida.
A medida que la situación en Venezuela se deteriora, con una crisis económica y política que no muestra signos de mejora, la comunidad internacional y los gobiernos de América Latina deben prepararse para enfrentar este desafío inminente. La cooperación regional y la implementación de políticas efectivas serán cruciales para manejar el impacto de este “tsunami migratorio” y garantizar que los derechos de los migrantes sean respetados mientras se protege la estabilidad de las naciones vecinas
