La moda de los tatuajes ha evolucionado significativamente en las últimas décadas, convirtiéndose en una forma de arte y expresión personal aceptada en muchas culturas. Celebridades y figuras públicas lucen con orgullo sus tatuajes, popularizando aún más esta forma de arte corporal. Desde diseños simples hasta obras que cubren grandes áreas del cuerpo, el tatuaje se ha convertido en una forma de plasmar la identidad personal.
Sin embargo, algunos llevan esta tendencia al límite. La “mujer más tatuada de Australia”, Amber Luke, conocida como el “Dragón Blanco de Ojos Azules”, es un ejemplo extremo de esta fascinación por el arte corporal. En una reciente aparición en el podcast The Apollo Show, Luke compartió los detalles de su experiencia con los tatuajes oculares, un proceso que casi le costó la vista.
A los 22 años, Amber decidió tatuarse los globos oculares, una decisión que la llevó a una pesadilla de tres semanas. El procedimiento implicaba inyectar tinta directamente en su esclerótica, la capa blanca del ojo. Luke describe el dolor como “el más intenso y brutal de su vida”, comparándolo con la sensación de tener vidrios rotos en el ojo.
A pesar del sufrimiento, Amber regresa de Brasil para someterse nuevamente al procedimiento, a pesar de los riesgos. Los tatuajes oculares, o scleral tattoos, son una práctica controvertida y rara, conserven riesgos significativos como infecciones, inflamación y daño permanente a la visión. En muchos países, estos tatuajes están prohibidos o considerados ilegales debido a los peligros asociados.
La historia de Amber Luke resalta los extremos a los que algunos están dispuestos a llegar en nombre del arte corporal y la autoexpresión. Mientras la moda de los tatuajes continúa en auge, la experiencia de Luke sirve como una advertencia sobre los riesgos y las consecuencias potencialmente graves de llevar esta tendencia a sus límites más extremos.