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Elene y Anna: Hermanas gemelas separadas al nacer se reencuentran a través de TikTok

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AGENCIA

Georgia.- En 2022, Elene Deisadze, una estudiante georgiana, navegaba en TikTok cuando se topó con la cuenta de Anna Panchulidze, una joven sorprendentemente parecida a ella. Intrigada, Elene contactó a Anna y las jóvenes, que hoy tienen 19 años, entablaron una amistad digital en la cual su parecido era un tema recurrente.

Cuando Elene y Anna cumplieron 18 años, ambas se enteraron, cada una por su lado, de que eran adoptadas. Ante tantas coincidencias, decidieron hacerse un test de ADN cuyo resultado les cambió la vida: eran de la misma familia y, además, hermanas gemelas.

“Tuve una infancia feliz, pero ahora todo mi pasado me parece una ilusión”, explica Anna, estudiante de inglés.

Elene y Anna no son casos aislados en el país caucásico, donde el tráfico de bebés prosperó durante más de medio siglo. Los bebés solían ser separados de sus madres al nacer, con falsas actas de deceso, y se les entregaba para adopción en Georgia o en el extranjero con falsas actas de nacimiento. Una red, que se sospecha implicaba hospitales de maternidad, guarderías y agencias de adopción, organizaba estos secuestros.

Al menos 120 mil bebés fueron “robados a sus padres y vendidos” entre 1950 y 2006, según la estimación de la periodista georgiana Tamuna Museridze, quien investiga el tema.

Elene, estudiante de Psicología, y Anna comenzaron a revelar su pasado robado hace dos años. Sus respectivos padres llevaban tiempo planeando revelarles que habían sido adoptadas y finalmente lo hicieron el año pasado. Anna admite que le costó “aceptar esta nueva realidad”, aunque asegura que se siente “inmensamente agradecida” a sus padres adoptivos y feliz de haber encontrado a su hermana.

Fue Tamuna Museridze, quien dirige un grupo de Facebook dedicado a reunir a bebés robados con sus padres biológicos, quien ayudó a organizar el test de ADN de Elene y Anna. La periodista fundó el grupo en 2021, que ahora cuenta con unos 200 mil miembros, tras descubrir que había sido adoptada, con la esperanza de encontrar a su familia.

“Les decían a las madres que sus bebés habían muerto tras nacer y que estaban enterrados en el cementerio del hospital”, explica Museridze. En cuanto a los padres adoptivos, a menudo se les contaba una historia inventada sobre el pasado del bebé e ignoraban que la operación fuera ilegal. Otros “optaron conscientemente por burlar la ley y comprar un bebé” para evitar las largas esperas para adoptar, afirma Museridze.

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