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Ciudad de México. — Hoy, el Presidente se mostró visiblemente cansado. Es jueves, un día laborable común y corriente, pero los recientes eventos han dejado su marca en el mandatario. No es para menos; la semana no ha traído descanso y los días venideros tampoco prometen alivio.
Ayer, en el Palacio Nacional, el Presidente recibió a los padres de los 43 jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa, junto con sus acompañantes. La reunión estuvo cargada de presión y emociones intensas, en un contexto donde el tiempo para respuestas y soluciones se agota.
El viernes, el huracán Beryl se convertirá en la máxima prioridad por segundo día consecutivo. La conexión con Laura Velázquez, titular de Protección Civil, es constante. Desde Tulum, Velázquez informa sobre las medidas preparatorias para enfrentar el impacto del huracán, que se espera azote la región al amanecer del viernes.
La lección de Acapulco ha sido aprendida. Se han tomado todo tipo de precauciones, incluidas las de comunicación, y hay una coordinación visible en el terreno. Esta vez, las acciones se ejecutan siguiendo una táctica y estrategia meticulosa, reminiscentes del poeta Mario Benedetti. Sin embargo, el reconocimiento público es escaso, porque en este negocio lo importante es que todo salga bien.
El Presidente y su equipo esperan que las medidas implementadas sean suficientes para proteger a la población y minimizar los daños. La esperanza es que, a pesar del cansancio y la tensión, la gestión de la crisis climática sea efectiva y exitosa.