Según el último informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Europa lidera el consumo global de alcohol con 9.2 litros por persona, seguida por la región americana con 7.5 litros. A pesar de estos datos, entre 2010 y 2019, el consumo global de alcohol ha experimentado una ligera disminución del 4.5%, situándose en 5.5 litros por persona.
El informe destaca que el consumo per cápita diario equivale a aproximadamente dos vasos de vino, dos botellas de cerveza o dos raciones de licores, cifras que están asociadas a un mayor riesgo de enfermedades y mortalidad prematura. El 38% de los bebedores reportaron consumos episódicos excesivos en 2019, mientras que el consumo entre jóvenes sigue siendo preocupantemente alto a nivel mundial, alcanzando el 22% en la franja de 15 a 19 años.
A nivel de salud pública, el alcohol contribuye significativamente a la carga de enfermedades no transmisibles como las cardiovasculares y el cáncer, además de estar asociado con traumatismos graves y enfermedades infecciosas como el VIH/SIDA y la tuberculosis. En 2019, se estima que el alcohol causó 2.6 millones de muertes en todo el mundo, con las tasas más altas en las regiones europea y africana.
A pesar de algunos avances en políticas de regulación y reducción de consumo, como los impuestos especiales y etiquetas de advertencia, la OMS señala que aún queda mucho por hacer para mitigar los impactos negativos del consumo de alcohol en la salud pública global.
Este informe subraya la necesidad de políticas efectivas y educación pública para abordar el consumo excesivo de alcohol y sus consecuencias, especialmente entre los grupos más vulnerables y los jóvenes, asegurando así un futuro más saludable para todos.
Este resumen proporciona una visión crítica sobre el estado actual del consumo de alcohol en el mundo, destacando tanto los desafíos persistentes como las oportunidades para mejorar la salud pública global.