En un giro sorprendente, Julian Assange, fundador de WikiLeaks, se declaró culpable de un único delito grave por la publicación de secretos militares de Estados Unidos. El acuerdo alcanzado con el Departamento de Justicia estadounidense asegura su libertad y pone fin a años de controversia legal y política.
La declaración tuvo lugar en la corte federal de Saipán, capital de las Islas Marianas del Norte, evitando así un prolongado juicio y marcando el fin de una saga que ha polarizado opiniones sobre la libertad de prensa y la seguridad nacional. Assange, quien estuvo encarcelado en el Reino Unido durante cinco años mientras luchaba contra su extradición, podrá regresar a su Australia natal sin enfrentar más tiempo en prisión en Estados Unidos.
El acuerdo, celebrado por WikiLeaks como una victoria parcial, permite a Assange admitir su culpabilidad sin consecuencias adicionales de encarcelamiento en Estados Unidos. Esta resolución abrupta del caso ha sido recibida con diversas reacciones, desde la euforia de su esposa hasta el alivio entre defensores de la libertad de expresión.
Este hito legal no solo cierra una larga batalla judicial internacional, sino que también plantea nuevas preguntas sobre el equilibrio entre la transparencia y la seguridad nacional en la era digital.
