Este miércoles, naves de guerra rusas han arribado a Cuba tras completar ejercicios en el Atlántico, en un movimiento estratégico destinado a proyectar poderío en medio de las tensiones con Occidente, exacerbadas por el conflicto en Ucrania.
Según el Ministerio de Defensa ruso, la fragata Almirante Gorshkov y el submarino de propulsión nuclear Kazán participaron en simulaciones de ataques con misiles contra buques enemigos, utilizando los avanzados misiles hipersónicos Zircon. Estos misiles, diseñados para operar tanto contra objetivos marítimos como terrestres, pueden volar nueve veces más rápido que la velocidad del sonido y alcanzar distancias superiores a los 1.000 kilómetros.
Acompañados por dos buques de apoyo, la visita de los navíos rusos a La Habana destaca las relaciones históricamente amistosas entre Rusia y Cuba, según funcionarios cubanos. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba aseguró que las naves permanecerán en puerto hasta el 17 de junio y subrayó que no portan armas nucleares, ni representan una amenaza para la región.
Esta llegada se da en medio de la vigilancia estadounidense sobre las actividades militares rusas en el Caribe, tras advertencias de Putin sobre posibles suministros de armas a los adversarios de Occidente en respuesta a acciones percibidas como amenazas a Rusia.
La presencia de los navíos rusos en aguas cubanas subraya una vez más la complejidad de las relaciones geopolíticas globales y la persistente rivalidad entre las potencias mundiales.