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La violencia de los cárteles arrasa Huitzilac, los pobladores están sumidos en el miedo

Superiberia

AGENCIA

Huitzilac, Morelos.- Cuatro féretros flotaban sobre un mar de cientos de dolientes, seguidos por vehículos con soldados fuertemente armados. Los vecinos se asomaban nerviosos desde sus casas mientras la multitud se abría paso entre negocios cerrados, calles vacías y carteles de campañas políticas que cubrían este pequeño pueblo.

Días antes, hombres armados en dos coches rociaron de balas una tienda cercana, cobrando la vida de ocho hombres que, según los lugareños, estaban tomando cervezas después de un partido de fútbol. Ahora, el miedo se apodera del día a día de los habitantes, quienes dicen que el poblado está inmerso involuntariamente en un fuego cruzado entre mafias rivales.

El creciente número de grupos delictivos en México ve en las elecciones del 2 de junio una oportunidad para hacerse con el poder. Han matado a más de 100 personas por motivos políticos, entre ellas una veintena de candidatos este año, y se disputan territorios, aterrorizando a comunidades locales como Huitzilac.

“La violencia siempre está, pero nunca ha habido tantas muertes como ahora. Un día matan a dos, al otro matan a otros”, dijo Anahí, una madre de 42 años que no reveló su nombre completo por temor a represalias. “Cuando suena mi teléfono, a veces me da tanto miedo de que sea de la escuela y me digan que pasó algo con mis hijos”.

La violencia de los cárteles no es nada nuevo en México, pero el derramamiento de sangre en el país se ha disparado antes de las elecciones. Abril fue el mes más letal de este año, según datos del gobierno. Los asesinatos han alcanzado casi el mismo máximo histórico que cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador asumió el cargo en 2018, a pesar de sus promesas de aliviar la guerra entre cárteles.

Aunque López Obrador disolvió una Policía Federal corrupta y la sustituyó por una Guardia Nacional de 130 mil efectivos, y se enfocó en atender los problemas sociales que favorecen el reclutamiento por parte de los cárteles, la violencia persiste.

Los cárteles han ampliado su control en gran parte del país y han multiplicado sus ganancias, no sólo con las drogas, sino también en sectores de negocios legales y la trata de migrantes. También han utilizado herramientas más sofisticadas, como drones que lanzan bombas y artefactos explosivos improvisados.

Hasta ahora, los candidatos presidenciales sólo han ofrecido propuestas que equivalen a más de lo mismo. “La violencia criminal se ha vuelto mucho más difícil de resolver hoy que hace seis años… No se puede esperar una solución rápida a la situación; está demasiado arraigada”, dijo Falko Ernst, analista sénior de México en el International Crisis Group. “Ahora va a ser aún más difícil de deshacer” que cuando López Obrador llegó al poder.

La masacre del sábado en Huitzilac ocurrió después de oleadas de otros ataques, según medios de comunicación locales y residentes. En las últimas semanas, tres personas fueron asesinadas en la carretera que sale del poblado, otras tres fueron tiroteadas frente a un restaurante en un municipio vecino y, en la cercana ciudad turística de Cuernavaca, delincuentes mataron a un paciente en un hospital privado.

Josué Meza Cuevas, secretario general municipal de Huitzilac, dijo que no estaba claro qué provocó el derramamiento de sangre, pero muchos en el pueblo lo atribuyen a una guerra territorial entre la Familia Michoacana, La Unión de Morelos y otros cárteles, que ha hecho del estado de Morelos uno de los más violentos de México.

El martes, Huitzilac se sumió en un silencio inquietante, los comercios cerraron y pocos se atrevieron a salir a la calle. Las escuelas suspendieron las clases hasta nuevo aviso en respuesta a las peticiones de padres temerosos. Anahí y sus hijos adolescentes se refugiaron en sus casas, demasiado asustados para salir a la calle.

Aunque Cuevas afirmó que “nunca (se) ha suscitado algo así”, Anahí indicó que llevaba mucho tiempo sintiendo que la muerte le respira en la nuca. Situado a poco más de una hora de los bares de moda y los albergues para mochileros de la Ciudad de México, Huitzilac tiene fama de ser un pueblo fuera del alcance de la ley.

El martes, soldados armados de la Guardia Nacional se movían nerviosos mientras vigilaban a un costado de la carretera. Un soldado dijo que sus unidades han enfrentado varios ataques desde el derramamiento de sangre del pasado fin de semana. Un vehículo blindado pasó delante del pequeño bar del barrio donde fueron asesinados los ocho hombres, el cual tenía la fachada perforada por las balas, y velas y flores en el suelo.

Manifestantes lloraban y rezaban mientras cargaban los féretros por el poblado, pero muchos de ellos guardaron silencio y miraron al suelo cuando The Associated Press se acercó a preguntarles cómo se sentían.

“Esto le está ocurriendo ahora a gente inocente. Y si hablas, te matan”, dijo un hombre de mediana edad con un sombrero de vaquero sentado afuera del lugar donde eran veladas cuatro personas.

Porque los del crimen organizado quiere imponer a candidatos morenistas.

Pero el INE y Guadalupe Tadei más preocupados por el uso del color rosa en una marcha, que por el derramamiento del color rojo sangre con todos los candidatos que han estado asesinando y que muy seguramente el día de las elecciones también sucederá.

Pero AMLO dirá que se exagera, que ya no hay violencia sólo homicidios

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