De la Redacción
El Buen tono
Amatlán.- Las lágrimas rodaron por varias mejillas al recordar, recibir, y empezar a despedirse de Arturo Vázquez, muchas fibras se removieron. Algunos de sus amigos y compañeros recordaron el día que lo plagiaron.
El autobús en el que se dirigía el 21 de mayo de 2019 a la escuela, salió de Cacahuatal a las 06:00 horas, trasladaba a los estudiantes a sus instituciones educativas.
Había recorrido unos 10 minutos, cuando al llegar al campo de Fraternidad fue interceptado por sujetos armados que irrumpieron en la unidad.
Obligaron a descender a cuatro jóvenes, a quienes, según trascendió entre sus amistades, les preguntaron quién era Arturo, él negó su nombre, pero lo identificaron y le dieron un cachazo para llevárselo.
Estudiantes y amigos de Arturo consideraron que se trató de algo terrible, que no le desean a nadie.
Añadieron que fue un momento traumático, al grado que algunos solicitaron ayuda psicológica, pero pese a ello, es difícil de superarlo.
Ahora que volvió a casa, los recuerdos se hicieron intensos, lo buscaban y albergaban la esperanza de volver a verlo con vida, pero no fue así.
Sus amigos le llevaron flores blancas, y vistieron de blanco para recordar la inocencia y el buen corazón que tienen los niños, pues únicamente tenía 14 años.
Lo evocan como un ser alegre, compartía un lápiz, lapicero con los otros, se apuraba con la tarea, todos tenían la ilusión que regresaría para la graduación, luego de que saldrían del tercer grado de secundaria.
Lo esperaban por ello, decidieron que la graduación sería con uniforme y no con un traje especial, como el que hoy lucía en la fotografía, uno de tonos blanco.
Le gustaba la música y ayudar a su papá
Arturo Vázquez Pérez era un chico querido por su familia, amigos y conocidos, su pasión fue la música y ayudar a su papá en el taller; le tocó ser el menor de los hijos de la familia Vázquez Pérez, tenía 14 años y había hecho planes para cuando cumpliera 15, sueños que quedaron truncados.
Miriam, su hermana, lo recordó con todo el cariño posible, y afirmó: “No le deseo a nadie lo que pasamos, agradezco a Dios y a la Virgen de Guadalupe que lo encontramos, fue difícil, pues decían lugares donde no estuvo, hasta encontrarlo en una zona boscosa”.
“Resultó complicado el día en que se lo llevaron. Después de unas horas llamaron a mi mamá y le indicaron que había sido un secuestro, pidieron un rescate, se pagó, pasaron días, semanas, solicitaron un segundo pago, estuvo mal porque no regresaba a casa; me enfermé, me dio parálisis”.
Tras entregar el recurso, aguardaron con esperanza, pero ya no regresó con vida a su casa.