En las transitadas calles de Mérida y Colima, en la pintoresca colonia Roma Norte de la Ciudad de México, un espectáculo inusual ha capturado la atención de transeúntes y usuarios ávidos de las redes sociales. ¿Qué es lo que ha generado tal alboroto? Nada menos que un auto Tesla, sí, has leído bien, un Tesla, aplastado por una monumental cabeza olmeca.
Las imágenes circulan frenéticamente en las plataformas digitales, alimentando la curiosidad y suscitando debate en torno a esta peculiar aparición. Pero, ¿cómo llegó a ocurrir semejante escena?
Contrario a lo que se podría pensar, no se trata de un accidente automovilístico desafortunado, sino más bien de una audaz expresión artística concebida por el escultor Chavis Mármol, oriundo de Apan, Hidalgo. Este artista ha dejado su huella en la Roma Norte con una obra que desafía convenciones y despierta reflexiones.
La pieza, compuesta por una réplica de una cabeza olmeca esculpida en cantera de aproximadamente nueve toneladas, y un Tesla Model 3, destrozado por el peso colosal de la escultura, no solo sorprende por su impacto visual, sino que invita a reflexionar sobre la intersección entre la modernidad y la ancestralidad, entre la tecnología y la tradición.
El propio Mármol ha salido al paso de las críticas y cuestionamientos que su obra ha suscitado, defendiendo su propuesta como un acto de provocación intelectual. Al respecto, declaró en redes sociales: “No me he inventado nada nuevo, no soy un genio ni me interesa serlo. Los artistas que más admiro hacen su obra partiendo del trabajo de otros, porque así es cómo funciona el conocimiento.”
En su declaración, el artista reveló que su intención era, en última instancia, “trollear a Elon Musk y su nueva planta de autos en México”, subrayando así la carga crítica y satírica de su obra.
Las reacciones no se hicieron esperar. En medio del revuelo generado en las redes sociales, los usuarios han expresado una amplia gama de opiniones, desde la admiración hasta la incredulidad, demostrando una vez más el poder del arte para provocar y confrontar.
En resumen, el Tesla aplastado por una cabeza olmeca en la colonia Roma no solo es un fenómeno visualmente impactante, sino también una declaración audaz que invita a cuestionar las dinámicas culturales y tecnológicas de nuestra época. Una colisión artística que seguirá resonando en la mente de quienes se atrevan a contemplarla.