AGENCIA
EEUU.- Un estudio llevado a cabo por científicos de la NASA y el Instituto Goddard de Estudios Espaciales (GISS) ha arrojado nueva luz sobre el posible impacto de las supererupciones volcánicas en el enfriamiento global. Contrario a temores previos, los hallazgos sugieren que estos eventos extremos podrían tener un efecto menos drástico de lo anticipado.
El estudio, que simuló supererupciones como la del volcán Toba, reveló que el enfriamiento posterior a tales eventos probablemente no sería tan severo como se había estimado anteriormente. Esto desafía la noción de una posible catástrofe inminente en términos de cambio climático global provocado por supererupciones volcánicas.
Los resultados del estudio, publicados en el Journal of Climate, apuntan a un enfriamiento global limitado incluso en el escenario de las erupciones más poderosas. Esta información, aunque alivia preocupaciones inmediatas, subraya la necesidad continua de investigación para comprender mejor los impactos de estos eventos extremos en el sistema climático global.
“Los cambios de temperatura relativamente modestos que encontramos más compatibles con la evidencia podrían explicar por qué ninguna súper erupción ha producido evidencia firme de una catástrofe a escala global para los humanos o los ecosistemas”, dijo el autor principal Zachary McGraw, investigador de la NASA GISS y la Universidad de Columbia.
Si bien la advertencia de la NASA inicialmente planteó preguntas sobre una posible catástrofe inminente, el estudio proporciona un panorama más matizado y menos alarmante sobre el papel de las supererupciones volcánicas en el cambio climático global. Sin embargo, la incertidumbre persiste, y se necesitarán más investigaciones para refinar nuestra comprensión de estos fenómenos y sus posibles repercusiones futuras.
Hace aproximadamente 74 mil años, el volcán Toba en Indonesia registró una explosión catastrófica, eclipsando en mil veces la potencia de la erupción del Monte Santa Helena en 1980. Sin embargo, lo que sucedió después de esta erupción ha sido objeto de especulación científica, especialmente en cuanto al posible enfriamiento global que podría haber desencadenado.
El interés en este tema radica en los posibles efectos de los llamados “inviernos volcánicos”, fenómenos provocados por las partículas que bloquean la luz solar liberadas durante erupciones extremas. Estudios anteriores han sugerido que estas erupciones podrían provocar un enfriamiento global significativo, con estimaciones que oscilan entre los 3,6 y los 14 grados Fahrenheit (2 a 8 grados Celsius).
Sin embargo, la nueva investigación liderada por científicos del Instituto Goddard de Estudios Espaciales (GISS) de la NASA y la Universidad de Columbia en Nueva York, desafía estas estimaciones. Utilizando modelos computacionales avanzados, el equipo simuló supererupciones como la del volcán Toba y descubrió que el enfriamiento posterior a la erupción probablemente no excedería los 2,7 grados Fahrenheit (1,5 grados Celsius), incluso en los eventos más poderosos.
Estos hallazgos, publicados en el Journal of Climate, plantean interrogantes sobre la gravedad real de los impactos de las supererupciones volcánicas en el clima global.
Zachary McGraw, autor principal del estudio e investigador de la NASA, GISS y la Universidad de Columbia, sugiere que estos resultados podrían explicar por qué no se han encontrado evidencias sólidas de catástrofes a escala global debido a supererupciones en el pasado.
Para ser clasificada como supererupción, un volcán debe liberar más de 240 millas cúbicas (mil kilómetros cúbicos) de magma, un fenómeno extremadamente raro. Sin embargo, las consecuencias de tales eventos pueden ser potencialmente devastadoras, y es fundamental comprender su impacto real en el clima global para poder prepararse adecuadamente para ellos.
“A pesar de estos nuevos hallazgos, la incertidumbre persiste en torno al tema. Luis Millán, científico atmosférico del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, enfatiza la necesidad de continuar investigando para comprender mejor los factores que determinan el impacto de las supererupciones en el clima global”.