Las autoridades japonesas han revelado que el saldo de víctimas mortales del reciente terremoto que azotó el centro de Japón el 1 de enero asciende a 206, con 52 personas aún desaparecidas en medio de condiciones meteorológicas adversas.
La cifra incluye no solo a aquellos que perdieron la vida directamente a causa del sismo de magnitud 7,6, sino también a aquellos cuya salud se deterioró debido a la evacuación y otras consecuencias del desastre natural.
Aunque la cantidad de personas desaparecidas ha disminuido a 52, las variaciones notables se deben a la publicación diaria de nombres por parte de las autoridades locales de Ishikawa, sin confirmar si todas se vieron afectadas por el terremoto.
Mientras tanto, unas 26.000 personas permanecen en centros de evacuación temporales, con esfuerzos acelerados para alojar a ancianos, mujeres embarazadas y otras personas con necesidades especiales en hoteles y albergues.
La falta de mano de obra en los centros de evacuación y la escasez de personal médico en Ishikawa han añadido complejidad a la situación, según el gobernador Hiroshi Hase, quien subrayó la urgencia de trasladar a los ciudadanos en situación precaria.
Alrededor de 3.100 personas aún están aisladas debido a cortes en carreteras, mientras que 15.000 hogares enfrentan cortes de luz y 59.000 carecen de agua corriente desde el 1 de enero.
Los esfuerzos de búsqueda y rescate, así como el transporte de suministros esenciales, se ven obstaculizados por los daños en las infraestructuras, las nevadas y lluvias. Además, las réplicas constantes y el riesgo de nuevos desplazamientos de tierra aumentan la complejidad de la respuesta a este desastre que podría superar en devastación al ocurrido en 2016 en la prefectura de Kumamoto.
Este terremoto, de nivel 7, es el primero en su categoría registrado en el país desde 2018, generando un llamado urgente a la solidaridad nacional e internacional para hacer frente a esta emergencia en curso.
