AGENCIA
Turín, Italia.- En medio de una dulce pero intensa batalla, artesanos chocolateros italianos, encabezados por Luca Ballesio, se encuentran en una encrucijada con el gigante suizo Lindt por la codiciada etiqueta europea de Indicación Geográfica Protegida (IGP) para el famoso gianduiotto de Turín. A pesar de su exquisita dulzura, la disputa amenaza con descarrilar el proyecto que busca otorgar al gianduiotto un reconocimiento especial.
Ballesio, miembro de un comité compuesto por aproximadamente 40 chocolateros artesanales y empresas como Ferrero, Venchi y Domori, lidera la iniciativa para obtener la IGP. Este sello europeo de calidad no solo aumentaría la notoriedad del gianduiotto, sino que también multiplicaría sus ventas, actualmente valuadas en 200 millones de euros (218 millones de dólares) anuales. Además, busca preservar la rica tradición del chocolate de Turín.
La disputa adquiere relevancia ya que, según Ballesio, se trata de “valorizar un producto histórico de Turín”. El comité ha establecido rigurosas condiciones para aquellos que deseen etiquetar sus productos con la futura IGP, insistiendo en la vuelta a la receta original del gianduiotto: 30% a 45% de avellanas tostadas del Piamonte, al menos 25% de cacao y azúcar.
Sin embargo, Lindt, propietaria desde 1997 del fabricante italiano Caffarel, quien reclama la paternidad del gianduiotto, presenta objeciones que podrían obstaculizar el proyecto, actualmente bloqueado en el ministerio italiano de Agricultura.
La raíz del conflicto radica en diferencias en la receta. Mientras el comité aboga por mantener la tradición con ingredientes como avellanas tostadas del Piamonte y un mínimo de 25% de cacao, Lindt defiende la adición de leche en polvo y propone reducir el contenido mínimo de avellanas al 26%, desafiando así la esencia misma del gianduiotto según los guardianes de la tradición.
Guido Castagna, presidente del comité Gianduiotto de Turín, califica la propuesta de Lindt como una “herejía” y destaca la importancia de preservar la autenticidad del producto histórico. La resistencia a la inclusión de leche en polvo se compara con cortar el vino con agua, según Castagna.
En respuesta, Caffarel, filial de Lindt, afirma no oponerse al reconocimiento de una certificación de origen IGP, pero teme la confusión que podría generar una etiqueta similar. Antonio Borra, abogado del comité IGP, señala la disposición a negociar con Caffarel, pero destaca que hay aspectos, como el nombre de Turín, que no están sujetos a concesiones individuales.
A pocos días de la Navidad, la producción artesanal de gianduiotto continúa en talleres como el de Castagna, donde se preserva la tradición con métodos manuales que han perdurado por generaciones. Mientras los chocolateros luchan por la IGP, la disputa continúa, y la esencia del gianduiotto de Turín pende en la balanza entre la innovación y la preservación de la autenticidad.