46 AÑOS
Ayer jueves se cumplieron 46 años de la masacre de estudiantes en la plaza de Tlatelolco. La movilización estudiantil que exigía cambios democráticos y que tuvo su auge en ese año, 1968, fue aplastada por el gobierno de Luis Echeverría Álvarez que necesitaba dar la apariencia de un México pacificado en la víspera de los juegos olímpicos que ese mismo año se inaugurarían. Ese crimen de Estado marcó la historia de México y cada año se le recuerda como una de las páginas negras del autoritarismo priísta.
La mala noticia para todos los mexicanos es que hoy el priísmo ha retornado al poder y la represión con él. El copetón Enrique Peña Nieto y su titiritero, Carlos Salinas de Gortari no quieren a la clase estudiantil, sobre todo a la contestataria, y es alta la tentación de silenciarla a cualquier precio. No hay que olvidar que Peña Nieto tiene un resquemor contra los jóvenes y los estudiantes universitarios desde que en el 2012 con el Movimiento #YoSoy132 lo persiguieron por todo el país cuando andaba en campaña.
Parte del desquite fue la represión policiaca efectuada el primero de diciembre hace dos años cuando rindió protesta como presidente de la República pero cuya legitimidad fue puesta en duda por millones de mexicanos, especialmente los jóvenes estudiantes. Eso por un lado, ya que por la otra vertiente, la fecha histórica del 2 de octubre llega cuando hay tres hechos que sacuden al país que involucran a jóvenes: el asesinato de tres estudiantes normalistas en Guerrero y la desaparición de otros 57 de ellos, la insurrección de alumnos del Instituto Politécnico Nacional (IPN) que exigen detener su privatización y la ejecución de 22 personas –todas menos de 25 años- en Tlatlaya, Estado de México por efectivos del Ejército.
Son tres hechos que hacen recordar aquellos días de 1968 y que confirman que los fantasmas del autoritarismo, de la represión y de los crímenes de Estado regresaron o mejor dicho, nunca se fueron. Peor aún, al autoritarismo del gobierno priísta se suma otro factor altamente nocivo y mortal: el crimen organizado que está enseñoreado en el país, controla zonas enteras y hace de la juventud su carne de cañón. Secuestra, tortura y asesina a decenas de jóvenes diariamente ante una autoridad pasiva y en muchos casos, cómplice.
El excatedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y sobreviviente de la masacre del 2 de octubre en Tlatelolco, Pedro Echeverría escribió un artículo referente a la fecha, el cual no tiene desperdicio. Dice que los que sobrevivieron a la represión de hace 46 años -y cuya edad actual oscila entre 60 y 70 años- jamás imaginaron volver a ver escenarios de horror contra los jóvenes y la clase estudiantil.
“Creímos que después de esa matanza en México ya no se registrarían otras porque el pueblo adquiriría conciencia de su realidad y acabaría con los gobiernos autoritarios y asesinos; pero la liquidación de los estudiantes y luchadores sociales no paró, al contrario, se incrementó. Los siguientes presidentes continuaron asesinando -no a los simples críticos- sino a los que representaban un ‘peligro’ para el Estado. Así surgió la guerra sucia de los años setenta y otros asesinatos de campesinos, estudiantes y luchadores sociales en la República. Pero a partir del neoliberalismo y la privatización en intensificados a partir de 1985, los asesinatos se multiplicaron.
Si ‘dos de octubre de 1968 no se olvida’ tampoco debe olvidarse las docenas o centenares de matanzas de campesinos, obreros, trabajadores, que a través de los años el Ejército, la policía y la llamada ‘delincuencia organizada’ han realizado en el país. Durante los seis años del gobierno panista de (Felipe) Calderón y los dos años del gobierno priísta de (Enrique) Peña Nieto ya no sabemos si el gobierno o los llamados ‘narcotraficantes’ son los asesinos de más del 50 por ciento de los muertos. Lo que sí sabemos es que hay una estrecha alianza entre ‘los legales y los ilegales’ y que ya se cuenta en México de los últimos ocho años con alrededor de 150 mil asesinados.
La matanza de campesinos por el ejército en la población de Tlatlaya, la persecución y muerte de estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa. Nuestros malditos gobiernos burgueses que ignoran la historia del pueblo, que nunca vivieron como tal, que sólo obtienen títulos en universidades como ITAM, Harvard y demás, sólo entienden de estadísticas frías que engañan en todo.
En vez de decir: ‘2 de octubre no se olvida’ sería mejor repetir: ‘burguesía asesina que tanto debes, seguro que pagarás’. ¿Mejor la cárcel? No, porque las cárceles las hizo la burguesía para encerrar al pueblo, y los dos o tres ricos que por ‘equivocación’ han sido detenidos, en días o semanas los liberan, les piden perdón y les devuelven los miles de millones desfalcados”. ¿Cuántos años hemos exigido que Salinas, Zedillo, Fox, Calderón sean encarcelados por desfalcos, pésimos gobiernos y miles de asesinados? Peña Nieto se ha colocado automáticamente en la lista.”. Hasta ahí el texto de Echeverría Varguez.
Pese al recuento que hace Echeverría, quien continúa con su activismo desde Yucatán, es obvio que la resistencia civil es la ruta ante un gobierno voraz y autoritario. Los jóvenes siguen siendo el motor del cambio, así ha sido siempre, y hoy en México ellos tienen la posibilidad de cambiar las cosas. La insurrección estudiantil es un soplo de aire fresco y eso se demostró en el 2012 con el Movimiento #YoSoy132 que sacudió partidos políticos, autoridades y a la sociedad en general. Cada vez que los jóvenes salen a las calles a exigir sus derechos, a demandar democracia, a clamar por la aplicación de la ley y el cese de la violencia, se prende la llama de la esperanza.
En este contexto, hay un reconocimiento especial para los jóvenes veracruzanos, sobre todo los estudiantes, que se han solidarizado con las causas justas desde la exigencia de limpieza electoral que hicieron con el #YoSoy132 en el último par de años hasta su apoyo a las familias de los desaparecidos, el respaldo a quienes han sido reprimidos por los policías duartistas, la solidaridad con las marchas por la paz y que también se han sumado a exigencia de justicia para los periodistas asesinados en el duartismo. El llamado para todos ellos es que no cesen, no claudiquen, no cedan y no dejen de convocar porque las calles, las plazas públicas y el futuro son de ustedes.
LOS FACTORES DE IRA
Los trabajadores del sector salud llevan más de diez días en paros laborales y realizando protestas en la vía pública. En todas las jurisdicciones de la Secretaría de Salud está la efervescencia de médicos, enfermeras y personal administrativo que denuncian las condiciones precarias tanto para ellos como en los centros de salud, clínicas y hospitales que están en su peor etapa de descuido físico, desabasto de medicamentos y carencia de insumos básicos.
Una cosa hay que dejar en claro, ellos no solo están movilizándose por obtener un beneficio personal sino que su protesta va acompañada de la exigencia de mejoramiento en los servicios de salud y por ende, es una movilización que beneficia a todos los veracruzanos. Los empleados solo confirmaron lo que ya se sabía desde hace tiempo: cuando llega un enfermo a sus instalaciones no se le puede brindar ni el medicamento –porque las farmacias internas están vacías- ni el diagnóstico correcto –porque no sirven o no hay los aparatos para detectar males- ni la atención digna –pues hay hospitales que ni siquiera tienen sillas para que se sienten –y ni siquiera una receta porque no hay papelería para ello.
Es decir, la Secretaría de Salud en Veracruz está en su peor etapa, la dejaron caer, se robaron el dinero, y hoy los que pagan las consecuencias son todos los veracruzanos. ¿De quién es la culpa?. La culpa tiene nombre. Se llama Juan Nemi, cómico metido a funcionario del Sector Salud quien no sabe una pisca del ramo pero se atreve a aconsejar remedios y a dictar conferencias usurpando el papel de un galeno. Lo que pasa hoy en el sector salud es el resultado de colocar a individuos improvisados y atrevidos en un cargo tan delicado que tiene bajo su resguardo la salud pública.
El cómico Nemi no cede ni porque está desarmado de argumentos que refuten la realidad en que se encuentra la dependencia. Envalentonado, mantiene la postura de perseguir judicialmente a los trabajadores que lo exhiben. Intenta apagar la lumbre con un bidón de gasolina. Muy valiente y lenguaraz pero cantinflea cuando se le cuestiona sobre la mala infraestructura y el desabasto de medicamento que es innegable. Busca culpables y anuncia castigos para sacudirse su propia irresponsabilidad.
Aún más, acusa a los trabajadores sindicalizados de sacar a la luz pública los desperfectos en la infraestructura médica por intereses políticos y económicos, los señala de intentar apoderarse de las plazas asignadas por la federación. Vaya que Nemi es boquiflojo pues si las cosas estuvieran orden no habría motivos para que los empleados lo exhibieran como un mal funcionario que ha solapado la corrupción. Individuos como este señor son parte de los llamados factores de ira entre la población. Nemi ya no debería estar en el gabinete estatal. Su permanencia solo le genera problemas al gobernante en turno.
Nemi es igual que el defeño Arturo Bermúdez Zurita, al que también inexplicablemente lo mantienen al frente de la Secretaría de Seguridad Pública pese a las pifias y excesos cometidos. El crimen y la violencia campean por todo el estado pero Bermúdez ni lo persigue ni lo combate y sigue inamovible. Ese tipo de sostén solo se puede explicar bajo el argumento de que hay compromisos muy sucios e inconfesables del duartismo con Bermúdez Zurita.
A este grupo de los que ya no deberían estar en el gabinete se adiciona el secretario de Gobierno, Erick Lagos quien lanza desatinos verbales como si fueran los dulces de una piñata. Entrevistado en Córdoba, el apaisando funcionario aseguró que las protestas que en días pasados paralizaron a la entidad no son signos de ingobernabilidad sino de un “estado vivo”. ¿Ese fue el uno de los 25 duartistas que se graduaron en la maestría de Dirección de Gobierno y Políticas Públicas del instituto español Ortega y Gasset?.
Los contribuyentes están en su derecho de escribirle a esa escuela para que devuelva el dinero que pagó la Sefiplan por dicho curso pues a Lagos no le sirvió. Ni le quitó lo torpe ni lo adiestraron para que lo disimule. Burlarse de las marchas de los ciudadanos y pintar una realidad color de rosa, son parte de esas declaraciones que alimentan la ira popular. Por cierto y de remate, los bien enterados afirman que la última encuesta levantada en Veracruz arroja un porcentaje de aceptación de entre el 18 y 22 por ciento para el gobernante en turno Javier Duarte. Es decir, cayó diez puntos en los últimos seis meses y ocho de cada diez veracruzanos lo repudian. Los resultados de dicha medición demoscópica están en el escritorio del copetón Enrique Peña Nieto y de su segundo de abordo, Miguel Ángel Osorio Chong.