Cuitláhuac.- En plena convivencia entre trabajadores y restos de carnes, aves de rapiña recorren la zona donde se hace la matanza y la decapitación de animales, sin que las autoridades sanitarias atiendan este problema.
En un pequeño edificio con mal aspecto y atendido por un sólo hombre, opera el Rastro, donde se lleva a cabo la matanza de res y cerdo, que se consume en el municipio y las congregaciones, pues los carniceros prefieren este servicio por lo económico.
En una visita al lugar para conocer su forma de trabajo y atención al público, encontramos en el espacio varios animales de rapiña, lo que deja entrever que en el patio dejan tiradas vísceras y pedazos de carne para su consumo.
La presencia de este tipo de animales es perjudicial para los habitantes, dado que al realizar el corte de carnes, los animales se pesan por el patio, dejando sus heces fecales, que por consumir animales en descomposición o muertos son llenas de bacterias y gusanos que al contacto con la carne por el aire, puede incrementar problemas intestinales.
Sin embargo, la jurisdicción no ha realizado recorrido alguno por los rastros municipales, pues lo mismo sucede en Atoyac, donde aún cuando no hay presencia de zopilotes, existe una falta evidente de higiene.
Para este tipo de problemas apareció en la zona, el Rastro Tipo Inspección Federal, que se atiende con personal especializado, equipo de primera calidad y bajo supervisión general para brindarles la mejor carne a los consumidores.
Sin embargo, los altos costos de este espacio y las bajas ventas que imperan en los municipios de la región, llevan a los carniceros a utilizar los rastros municipales y lo que es peor, hacer la matanza clandestina en sus viviendas, apoyados únicamente por pailas y trastes de uso común, que pone en riesgo la salud de los habitantes.
José Vicente Osorio Vargas
El Buen Tono