México.- En las calles de México, el aire se llena de un aroma dulce y misterioso. Los colores brillantes y los ricos olores de las flores de cempasúchil y el incienso llenan el ambiente. Es el Día de los Muertos, una celebración única y conmovedora que une a las familias mexicanas en un tributo a sus seres queridos que han partido de este mundo.
En este día, los altares se erigen en los hogares con esmero y amor. Las fotos de los difuntos son rodeadas de velas y veladoras que iluminan su camino de regreso a la tierra de los vivos. Las ofrendas incluyen alimentos y bebidas que solían disfrutar, así como objetos personales que evocan recuerdos queridos.
Es un recordatorio de que, aunque hayan cruzado al otro lado, sus espíritus siguen presentes en el corazón de quienes los amaron.
Las calles se llenan de coloridos desfiles y calacas, esqueletos adornados que representan la dualidad de la vida y la muerte. Música y danza llenan el aire, y las calles se inundan de gente vestida con trajes tradicionales y calaveras pintadas en sus rostros.
Es una expresión de alegría y respeto, una celebración de la vida y la muerte como partes inseparables de nuestra existencia.
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