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Internacional.- Con la llegada de Halloween y el Día de Muertos, el ambiente se llena de una atmósfera espeluznante y festiva. Elementos como calacas, flores, y decoraciones fantasmagóricas dan un toque único a esta época del año, pero las calabazas, en particular, juegan un papel fundamental en estas festividades.
Aunque comúnmente asociamos las calabazas con decoraciones talladas con caras espeluznantes, su significado es más profundo y se remonta a épocas paganas. En la festividad celta de Samhain, que marcaba la llegada del invierno, se creía que el mundo de los vivos y el de los muertos se unían. Para ahuyentar a los espíritus malignos, los celtas tallaban nabos y encendían linternas con ellos, que colocaban afuera de sus casas.
La popularización del uso de calabazas en Halloween se atribuye a la leyenda de Jack O’Lantern. En esta historia irlandesa, Jack, un granjero astuto, engañó al Diablo y lo atrapó en un árbol usando una cruz. Cuando Jack murió, su alma quedó vagando sin un destino final, y el Diablo le arrojó una brasa que nunca se extinguiría. Jack colocó la brasa en un nabo, su comida favorita, y así nació la linterna de Jack, también conocida como Jack-o’-Lantern.
En Irlanda y Escocia, la linterna de Jack se colocaba en las ventanas cada año para ahuyentar al Diablo y a los espíritus malignos. Cuando los primeros colonos irlandeses llegaron a América, descubrieron que las calabazas eran una hortaliza abundante en otoño, y decidieron sustituir los nabos por calabazas para ahuyentar al Diablo y guiar las almas hacia la luz.
Así, la calabaza se ha convertido en un símbolo significativo de Halloween. En Norteamérica, se cosecha a principios de otoño, llegando hasta México, donde se prepara como dulce en el marco del Día de Muertos. Este legado cultural demuestra cómo tradiciones antiguas y leyendas se han fusionado a lo largo del tiempo para crear la festividad colorida y espeluznante que conocemos en la actualidad.
