Interpretar al hombre, y no sólo al personaje, fue el mayor reto para Óscar Jaenada, quien da vida a Mario Moreno Cantinflas en la película dirigida por Sebastián del Amo.
“Esa dualidad me interesaba filosófica y artísticamente. Sin duda, el que más trabajo me costó fue Mario, porque había pocos elementos para conocerlo”, dijo el actor en entrevista con hey!
Su esfuerzo se ve recompensado con los aplausos que la película consiguió en el Festival de Cine de Guadalajara y en Los Ángeles, mientras que sólo con su pre estreno en México, ya logró recaudar la importante cifra de más de 13 millones de pesos. ¿Pero en realidad Jaenada logró su cometido de acercarse a Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes a través de Cantinflas?
Leonardo García Tsao, crítico de cine y quien fuera director de la Cineteca Nacional de 2006 a 2010, considera que, a pesar de ser “una película que brinda una imagen muy positiva de la vida de Cantinflas”, no muestra “el lado arisco que tenía, porque no era realmente lo que aparentaba ser en pantalla. Era un tipo bastante difícil de trato”.
La película de Sebastián del Amo, es para García Tsao “una especie de versión mitificada, mucho más atenta al mito que a la realidad. Y, en ese sentido, funciona”. El crítico atribuye el éxito del filme en gran parte al trabajo de Jaenada, pues “la actuación está muy bien, es un tipo bastante más alto de lo que era Cantinflas, pero es buena, porque consigue recrear su estilo y su forma de hablar”.
Por su parte, Alfredo Gudinni, quien se desempeñó como publicista de Moreno en sus dos últimas películas, El patrullero 777 (1978) y El barrendero (1981), incluso agradece que se haya rodado “la fantasía” de la vida del actor.
“Sebastián hizo bien. ¿Para qué iba a filmar una película donde nos contaran de sus malos humores, de sus cosas feas? Mejor que se hiciera una fantasía y que terminara en eso, en el máximo galardón”, dice en referencia al Globo de Oro como Mejor Actor que Mario Moreno ganó por La vuelta al mundo en ochenta días.
El contraste entre Cantinflas y Mario Moreno también hablaron escritores como Elena Poniatowska. “El personaje no sólo no es simpático, contra lo que uno supondría, sino que ni siquiera cantinflea: simplemente se limita a contestar en tono prepotente una que otra pregunta con monosílabos. No, sí; ‘¿le gusta Chaplin?’, ‘Sí, me gusta’. ‘Cómo que por qué’. ‘Porque me gusta, no tengo que dar explicaciones’. ‘No, Tin Tan no me gusta, porque no y ya’”, relata Poniatowska de una entrevista que describe como “la más árida, la más difícil”, y que recoge en sus Palabras cruzadas (Era, 1961).
Como recuerda Raúl Miranda, subdirector de documentación de la Cineteca Nacional, las carpas se convirtieron en un gran lugar de esparcimiento y entretenimiento “desde principios de siglo y tienen un periodo de auge a finales de los años 20, y principios de los 30. Ahí es donde se va formando Cantinflas. Hasta que tuvo la suerte de acceder a los teatros de la clase media”.
Pero para la década de 1950, cuando Mario Moreno protagonizó cintas como El bombero atómico, Si yo fuera diputado o Caballero a la medida, “Cantinflas ya no era un personaje popular, era un personaje de grupos políticos y económicos; ya no pertenecía a las dinámicas de la cultura popular de los años 30 y principios de los 40”, considera Miranda.
Este mismo punto ya era retratado por José Agustín en suTragicomedia mexicana, en la que recuerda que, “por desgracia, no solo Mario Moreno cambió de estatus social, sino que su personaje también, y en ese momento se inició el aparatoso descenso cualitativo de Cantinflas, quien ya en los años cincuenta solo era un pésimo remedo de sí mismo y un triste bufón de la burguesía”.
Tal vez por ello es que Óscar Jaenada considera que para 1956, año en que se estrenó La vuelta al mundo, Mario Moreno “no se sentía para nada un hombre a admirar y en ese momento despuntó como artista, pero también estaba perdiendo a su esposa (Valentina Ivanova)”.
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