Cuando cotidianamente vivimos los veracruzanos un clima de inseguridad, del que dan noticia constante las redes sociales, negado por nuestras Autoridades, ocultado por los medios masivos de comunicación, en una actitud cuando menos apática, algo está mal y se dirige a empeorar, deteriorándose la vida en sociedad, con la incertidumbre constante; es necesario exigir y adoptar medidas extremas, la creación de los grupos de autodefensa en algunos estados de México, son consecuencia del hartazgo social y del miedo, en su inicio eficientes para revertir dicha situación, pierden su objetivo ante los intereses que representa la criminalidad, terminado en corromperse o desviarse, debemos ir más allá en nuestro análisis, no podemos quedarnos retratando y reproduciendo las principales actuaciones del crimen, que generan un clima de inseguridad, hay que actuar asumiendo nuestra responsabilidad social y vigilar que las instancias públicas asuman la suya, para ello consideramos necesario ir a la raíz de los graves males que nos aquejan deteriorando la vida social, la convivencia armónica y pacífica, por el crecimiento de la violencia, que se manifiesta en todo tipo de delitos, que cotidianamente destruyen vidas humanas y llenan de dolor a familias y a la sociedad entera; es falso como se trata de aparentar, que resultan hechos aislados o infrecuentes, sino de una situación que se ha vuelto habitual, que ha permeado social-mente su estructura, con manifestaciones diversas y que muchos pudieran considerar menores como las corruptelas y la ventaja que sacan los que tienen posiciones de superioridad, se ha convertido en un signo de nuestro tiempo, que debemos discernir para superarla.
No podemos abstraernos del contexto social, político, económico y cultural en que vivimos, como tampoco del clima de inseguridad, pues es otra la realidad, a partir de nuestras expectativas para proteger nuestro entorno, familias y bienes; los criminales han convertido el terror y la violencia en su fortuna, sin ningún respeto del hombre, la mujer y la familia, en contra de su integridad, dignidad y esfuerzo; es un derecho natural pro hombre, el que tengamos la oportunidad de defendernos, dentro de la legalidad, no sólo como modo de proceder, sino porque la misma naturaleza nos permite reaccionar con rebeldía, cuando el estado es insuficiente para darnos la protección necesaria y no solo podemos encomendarnos a Dios, en todos los Países que han atravesado por esta circunstancia y condición de vida, se han flexibilizado las leyes para portar legítimamente armas para la protección, hoy solo quienes pueden pagar personal de seguridad, tienen la oportunidad de protegerse o los funcionarios público de forma por demás ostentosa, incluso algunos titulares de medios de comunicación, que son los menos y las inmensas mayorías nos encontramos en la indefensión total.
El común de los ciudadanos no tenemos confianza, pues el crecimiento de la inseguridad, su alcance e influencia, ha corrompido personas y grupos de la sociedad, así como involucrado empresas y empresarios, para neutralizar la intervención de las Autoridades, evitándola, anticipándose a ella o distraiéndola, corrompido servidores públicos, incluso se han infiltrado en la estructura de los distintos niveles de gobierno, de procuración de justicia y del sistema judicial, convirtiéndose en una amenaza para la seguridad nacional y la democracia y, por tanto, en un abierto desafío al Estado.
La escalada de violencia e inseguridad en nuestro estado de Veracruz, y, en otros muchos del País, causada por la criminalidad, distinta del abuso intrafamiliar y de la que es causada por la delincuencia común, tiene sus propias características, sus causas y sus circunstancias de crueldad, por la venganza, por la exhibición de poder y por la intención de intimidar a quienes son considerados rivales y a toda la sociedad, consecuencia del tráfico de armas y drogas, el robo de energéticos, el secuestro, la trata de personas, el lavado de dinero, la de extorsión y las ejecuciones intimidatorias, que no se entendería tan demandadas, sin la corrupción, impunidad, participación y opacidad de las Autoridades, lo que no resulta una novedad, tienen profundas raíces, otrora quizá no eran tan evidentes, cuando se hablaba de contrabando en los 60s, como lo son ahora, en que se ejerce la violencia e intimidación incluso en contra de las mismas Autoridades y las estructuras del Estado, por medio de la crueldad ejercida, derrotero en el que nos encontramos por no haberse combatido o regulado de manera oportuna y que se haya salido de control, por cuando menos, omisión, indiferencia, disimulo o incluso la colaboración de instancias públicas y de la propia sociedad, que no ha sido justa en la distribución de riqueza y satisfactores, tolerando, incluso propiciando los gérmenes de lo que hoy es el principal de nuestros males, por lo que exculparse, buscando responsables y pretender evadir la responsabilidad social que tenemos los ciudadanos, llega incluso a la cobardía, pugnemos por que se legalice y regule el cultivo, uso y comercialización de la drogas llamadas suaves o laxas, como la mariguana, quien decida su uso con capacidad y discernimiento, es su decisión y libertad; y, porque se permita bajo estricta legalidad, exámenes de capacidad, preparación y destreza, la adquisición, el uso y portación de armas de fuego para nuestra defensa, y, veremos bajar los índices de inseguridad y violencia a estándares razonables dentro del contexto en que vivimos, al ser difícil erradicar este mal social globalizado, pues los criminales no piden, ni necesitan permiso para portar y usarlas armas impunemente, incluso de mayor capacidad de fuego que las de las propias Autoridades, así como traficar con drogas.