A las Cirilas nos caracteriza algo: la solidaridad. Somos solidarias con nuestras amigas, con nuestras parejas y con nuestra familia, por supuesto.
A mí no me importa qué le hizo esa vieja que hizo llorar a mi amiga, lo que me importa es que ya no nos cae bien. Igual pasa con nuestro Cirilo, nada qué hacer, si Mr. JC se ve afectado por alguien, ese alguien ya no es de mi divino gozo.
El problema es que esto nos trae muchos entuertos, pues no falta que la amiga se reconcilia con la desgraciada esa a la que ya le hicimos mil jetas o que nuestro Cirilo se da la mano con aquel personaje que ya habíamos sacado de nuestra lista de “me cae bien”. Luego, somos nosotras, las Cirilas solidarias, las que terminamos apestadas.
Sin embargo, los Cirilos no son así. Ellos son solidarios, pero a su manera pues regularmente no tomarán partido hasta que no les quede de otra.
El mejor ejemplo lo tengo a la mano. Cirila y Cirila eran las mejores amigas, sus esposos habían hecho buena relación. Todo era perfecto hasta que Cirila y Cirila se enojaron por un buen tiempo.
Cirila sacó a Cirila de su FB, se dejaron de seguir en Twitter, no volvieron ni a frecuentar sus respectivos blogs. O sea, todo un truene amistoso al mejor estilo siglo XXI.
Pero qué creen, ningún Cirilo se metió, ni se sacaron de FB ni se dejaron de poner like en sus fotos, ni nada. Ambos se mantuvieron al margen. Probablemente los Cirilos escuchaban a sus Cirilas quejarse de lo que su amiga le había hecho ¡ay mujeres!, pensarían cada uno a sabiendas de que tarde o temprano, las Cirilas se reconciliarían.
Pasaron los meses y de repente las Cirilas se extrañaron, se dijeron un amplio “amiguis, amiguis” y todo como si nada. ¿Ves?, decía Cirilo confiado de que si los esposos se hubieran puesto como “viejas” a solidarizarse a lo pend… la situación sería más incómoda.
Es verdad, ellos son diferentes a nosotras, pero eso es bueno. Qué sería de un mundo lleno de Cirilas solidarias, creo que nadie se hablaría con nadie. En una de esas, sería mejor… (jaja).
Creo que es muy importante, cuando de la pareja se trata, que la solidaridad no empañe la objetividad. Yo puedo ser solidaria con mi esposo pero cuando veo que cometió un error se lo hago notar, cuando me doy cuenta de que, a mis ojos, tiene razón entonces seré más solidaria que nunca.
Probablemente no me gusta ver a mi amiga llorar, pero por más que “el desgraciado ese” sea el causante, tampoco le avalo a mis amigas que se salgan con la suya si es que merecen un jalón de orejas (alias “decir las cosas a calzón quitado”, como dicen en mi pueblo) de mi parte.
La solidaridad es bonita, es parte de lo que ser Cirila significa, pero no por eso debemos olvidar la tarea primordial como mujeres, amigas y familiares, que es decir lo que pensamos (cuando se requiere), y que, aunque nuestra lealtad no va a cambiar de equipo, si un pase se hizo mal, pues no queda de otra más que hacérselo notar a quien, por default, tiene mi solidaridad.