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NYT confirma colusión entre criminales, policías y militares en el caso de los 43

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AGENCIA

EEUU.- El diario estadounidense New York Times publicó la mañana de este sábado, un reportaje sobre el caso Ayotzinapa, el cual refiere la existencia de alrededor de 23 mil mensajes de texto que dan nuevas pistas respecto a la colusión entre el crimen organizado y las autoridades policiacas y militares mexicanas en el periodo de tiempo en que se dio la desaparición y probable asesinato de 43 estudiantes normalistas en Guerrero.

El reportaje escrito por Natalie Kitroeff y Ronen Bergman, refiere la existencia de 23 mil mensajes recuperados por la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA) desde 2014, como parte de una investigaciones de las actividades de tráfico de drogas.

Según los detalles, México trató durante años de acceder a estos mensajes pero no fueron entregados debido a “una persistente desconfianza en el gobierno mexicano”, declara el texto. La DEA no realizó ningún comentario adicional al respecto.

Los mensajes obtenidos por el Times no abarcan la noche de la desaparición, pero resultan relevantes puesto que reflejan cómo fue posible que un grupo criminal desapareciera a 43 estudiantes, sin intervención de las autoridades centrales para rescatar a los jóvenes, aún cuando sabían lo que estaba sucediendo.

Según los más recientes hallazgos del caso, el medio estadounidense detalla que inteligencia militar estaba escuchando lo que sucedía y conocía la ubicación donde llevaron a los estudiantes esa noche; días después tuvieron conocimiento de la ubicación de los sospechosos cuando se presumía los estudiantes aún seguían con vida.

Utilizando la herramienta de espionaje israelí, “Pegasus”, los miembros de este grupo delictivo fueron vigilados, dando como resultado estos mensajes.

Sin conocer la presencia de la herramienta en sus dispositivos, miembros del grupo criminal y algunas autoridades admitían colusión cuando pensaban que nadie más oía.

En la noche del viernes 26 de septiembre recibieron mensajes de advertencia que un grupo enemigo atravesaba Iguala mezclados con estudiantes en autobuses robados.

Las tensiones entre grupos criminales habían llegado a un punto máximo y, tras la notificación, Guerreros Unidos entró en acción contra los que pensaban eran sus rivales; en realidad estudiantes que salían de Guerrero.

“Mataron ami primo y fue gente de nosotros” (sic) , le dijo el líder a uno de sus compañeros. “No hay que confiarnos de nadie absolutamente nadie”, dijo la esposa del jefe del cártel en otra comunicación.

Años después, tras la desaparición de los 43 estudiantes, la relación entre grupos criminales y las autoridades seguía siendo constante según relatan los mensajes y llamadas intervenidos.

Una noche, la esposa del jefe del cártel perdió la pista de un cargamento de drogas que iba camino a Estados Unidos. Pensando que alguno de sus contrabandistas podría haber robado la mercancía, pidió al otro integrante que le diera una “advertencia”.

En uno de estos mensajes, enviado por un integrante del cártel a un alcalde local, no especificado en el documento, si debían disciplinar a un concejal tras el caso. El mensaje, escrito con faltas de ortografía, destaca “Qieres q alinie a ese puto de tu rejidor, ¿o le damos pabajo?”.

Poco después el alcalde respondió: “Yo lo arrimo, es jalador”.

Según detallan en el artículo, los narcotraficantes a menudo usaban lenguaje críptico para discutir la compra de funcionarios y el uso de apodos para sus colaboradores, además de códigos para todo, desde la cocaína hasta rifles de alto poder que traficaban.

El equipo de investigación de Omar Gómez Trejo, fiscal mexicano que enfrenta al Ejército y se vio obligado a huir a Estados Unidos, y quien colaboró y es citado en múltiples ocasiones para el texto del Times, escudriñó las palabras y su utilización para descifrar el fin de cada palabra.

Gracias a las contribuciones de un integrante del cártel, descifraron que llevar “cangerejos” o “caldo de cangurejos” al ejército, hace referencia a llevar dinero para pagos, porque “cuando levantas las manos como pinzas de cangrejo parece que agarras un fajo imaginario de billetes”.

Los mensajes también muestran la influencia de estos grupos sobre instituciones gubernamentales y de seguridad en Guerrero.

Un miembro del cartel escribió en un texto: “Kpienza k no los tiene el guero en la bolsa a los militares”.

“Ya le pideron de favor a mi carnal q le aga el paro al teniente”, se quejó un traficante, quien refirió en el mensaje que le habían pedido a su hermano que le hiciera un favor a un militar.

Los integrantes del cártel hablaban constantemente de cómo se apoyaban en las Fuerzas Armadas para mantener rivales fuera de su territorio de operación y librarse de problemas con las autoridades que “no cooperaban”.

Un mensaje detalla incluso que el comandante de la policía fue con un oficial militar y el jefe de un cártel a proporcionar armas de fuego a pistoleros en un pueblo cercano. “Un regalito” del cártel”. “Anda contento”.

Las intervenciones telefónicas también detallaron que el alcance del cártel iba más allá de políticos, policías y militares sino también dentro de los pobladores de Iguala, con informantes y trabajadores cotidianos, entre los que destacan al dueño de una carnicerías, un socorrista y un encargado del servicio médico forense. Estas personas informaban los movimientos detallados de los movimientos de las fuerzas del orden.

En muchos casos estas personas fueron obligadas a participar bajo amenazas o agresiones directas. Otras apoyaron las actividades del cártel debido a sus conexiones familiares con él.

Según la información del Times; un forense también colaboraba con el grupo delictivo haciendo llegar fotos de cadáveres e imágenes con escenas de crímenes, según muestran los mensajes.

“Tras el asesinato de algunos de los estudiantes, los traficantes incineraron los cuerpos en un crematorio propiedad de la familia del forense, dicen los investigadores. En un testimonio inédito, un integrante del cártel les dijo a las autoridades que los hornos solían usarse para “desaparecer gente sin dejar rastro”, señala el diario estadounidense.

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