Este es el momento de México. Con esa frase cerró su discurso de toma de protesta el presidente Enrique Peña Nieto el 1 de diciembre de 2012.
Antes de ello delineó un programa de acción que, releído 21 meses después para comparar lo dicho con lo logrado hasta ahora, muestra que el plan de ruta trazado durante los meses de transición se ha seguido cual partida de ajedrez en casi todo.
En aquel discurso que mencionaba los dos mil 191 días de duración del sexenio se plantearon cinco ejes en concreto que llevarían a la creación de:
Un Programa Nacional de Prevención del Delito; la Ley General de Víctimas; de un Código Penal Único; la Cruzada Nacional Contra el Hambre; el Programa de Seguro de Vida para Jefas de Familia; el Programa 70 y más; la Reforma Educativa que incluiría un Sistema Nacional de Evaluación Educativa y el Censo de escuelas, maestros y alumnos; el Programa Nacional de Infraestructura 2012-2018; la construcción del tren México-Querétaro y México-Toluca además del tren Transpeninsular Yucatán-Quintana Roo.
A ello, el Presidente agregó la necesidad de reformar las telecomunicaciones y de crear la Ley Nacional de Responsabilidad Hacendaria y Deuda Pública para evitar lo que ocurrió en estados como Coahuila en donde los gobernantes dejaron deudas impagables a futuras generaciones.
Releyendo esta batería de propuestas menciono que parece una partida de ajedrez bien planeada, pensada e implementada. Todo esto se ha seguido al pie de la letra y casi en ese orden cronológico.
Además, se sumó la reforma de reformas: la energética.
Muy bien. Pero…
En su discurso el presidente Peña Nieto habló también de la importancia de consolidar el Estado democrático de derecho. De hacer que en México se cumpla la ley. Ya desde su campaña mencionaba la necesidad de contar con una ley anticorrupción.
En la entrevista que le hice como candidato para el libro 2012: Los punteros, el presidente Peña Nieto fue enfático en la importancia de combatir la corrupción.
Ése es el cáncer que nos corrompe como sociedad. Y no veo que lo debamos de asumir como inevitable porque forma parte de nuestro ADN, como de alguna forma se lo hizo saber a mi compañero León Krauze en la entrevista que tuvo con el Presidente hace unas semanas en donde le cuestionó sobre el tema.
El presidente Peña parece tener esta estrategia de ajedrecista. Ahora habla de la necesidad de implementar las reformas aprobadas. Sin duda eso es lo que sigue. Pero debe de estar acompañado de una estrategia muy agresiva anticorrupción.
Sin ella, éste no será el momento de México sino el momento de algunos mexicanos. No de todos. Y el legado que parece querer dejar de un México eficaz, incluyente y en movimiento se desvanecerá en las carteras de unos cuantos.
¿Qué sigue para el gobierno? Me parece muy claro que debe seguir un ataque frontal a la corrupción y la prevalencia siempre y por encima de todo del Estado de derecho.
Twitter:@AnaPOrdorica