INDIGNACIÓN
Desde este espacio manifestamos el repudio e indignación por el asesinato del maestro Luis Sáinz Sánchez cometido la noche del miércoles. Hace años conocimos al maestro Sáinz cuando impartía clases de inglés el Centro de Idiomas de la Universidad Veracruzana. El recuerdo es de un hombre de sonrisa presta y siembre con las bromas bajo el brazo para amenizar las clases. No abandonaba e buen humor ni a la hora de los exámenes ni porque algún alumno rindiera malos resultados.
Al contrario, lo animaba a remontar la mala nota. Si no aprendían a lidiar con el inglés entonces no podrían ir a pasear cómodamente a Estados Unidos ni hacer “shopping” en los “malls”, decía entre risas a los estudiantes. Desde aquí presentamos nuestras condolencias a sus familiares, a sus amigos y a todos los habitantes de la zona centro que lo trataron como enseñante y que comparten la misma indignación por su muerte. Para el maestro, una oración, no porque la necesite sino como despedida.
Su crimen se suma a la cadena de hechos violentos que castigan a la región desde hace tiempo. El profesor Luis Sáinz pereció durante un asalto, en teoría, “común” cometido por un delincuente solitario pero que nunca debió suceder porque la ciudad está -se supone- bajo resguardo policíaco especial. El robo fue en el céntrico fraccionamiento San José donde en marzo pasado también fue plagiada la dentista María de Lourdes Lavín Torres, hermana del exalcalde priísta Juan Lavin.
Los plagiarios la interceptaron cuando salía de su consultorio y cometieron el rapto a sus anchas, sin que un solo policía se diera por enterado pese a que estaba vigente el famoso Mando Único Policial. Ahora fue un asaltó a la pastelería del maestro Sáinz en plena vigencia no solo de ese mando único que lidera el ineficiente secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez sino también del operativo policiaco “Blindaje Córdoba” que también le fue confiado a ese mismo funcionario y en el cual aseguró que 750 agentes fueron desplegados para cuidar a los cordobeses y a los habitantes de los municipios de la región centro. Ninguno de los operativos ha funcionado, no sirven.. Los delincuentes cometen sus fechorías a plena luz del día.
En general, son días y noches aciagos que se viven en Veracruz, tiempos de miedo bajo el azote de la delincuencia –la común, la organizada y la gubernamental-, lapso de terror ante una avalancha de violencia y una autoridad fallida. Los veracruzanos y los cordobeses están indefensos, a merced de los facinerosos, el equilibrio se rompió cuando el gobierno decidió simular que combatía a los depredadores pero sin hacer nada en realidad. Y una vez fallida la persecución contra los grandes criminales, los pequeños o comunes –por llamarlos de alguna manera- proliferaron porque el contexto de anarquía les favorece.
¿AUTISTAS O CÍNICOS?
Si no hay persecución ni castigo al delincuente que extorsiona, comete homicidios y secuestra, entonces tampoco se hará nada en contra del que roba con pistola en mano un comercio, arranca un bolso en la vía pública, se lleva un automóvil o saquea una vivienda, y tal es la lógica del crimen para ampliar sus operaciones. En Córdoba como en el resto de la entidad, el caos reina mientras que los funcionarios repiten el discurso de “aquí no pasa nada”, “ya no hay balaceras ni secuestros”, “no hay ni habrá lugar para quienes se empeñan en lastimar y fracturar a la sociedad”, como lo ha sostenido el mismo gobernante en turno.
Indigna el autismo gubernamental y es indignante también la indiferencia de las autoridades federales que ven con los brazos cruzados cómo se degrada la situación en Veracruz. Urge que venga la gendarmería nacional, urge más elementos de la marina y más del Ejército para que combatan el crimen porque a nivel local a las policías estatal y municipales las besó el diablo. Autismo político es cuando los que ostentan cargos de responsabilidad pública no se dan cuenta – a propósito- de lo que sucede y crean escenarios ficticios para no asumir responsabilidades.
Hoy en Veracruz hay zonas totalmente golpeadas, entregadas a la delincuencia y donde la autoridad solo es un vago recuerdo porque no se ve ni se siente. Una de ellas es Córdoba, que paradójicamente es la tierra adoptiva del gobernante en turno y del procurador Luis Ángel Bravo Contreras – adoptiva se dice porque el primero nació en el puerto de Veracruz y el segundo en el rural Amatlán de los Reyes- . Y en ese autismo auto-provocado, Bravo Contreras sostenía apenas hace algunos días antes que Córdoba no era un “foco rojo” en materia delictiva.
Más patético es el caso del exalcalde de Córdoba y actual secretario ejecutivo del Consejo Estatal de Seguridad Pública, Francisco Portilla Bonilla, quien a inicios de semana hizo declaraciones que no solo indignan sino insultan a todos sus paisanos –bueno, en teoría porque al igual que Bravo Contreras, este señor no es cordobés sino originario de un ejido de Tierra Blanca-. Portilla dijo a los reporteros jalapeños que ¡¡¡¡¡”Córdoba está libre de los malos”!!!!!!, de acuerdo a lo atestiguado por la columnista Jacy Meza.
“Realmente la zona de Córdoba está bien, mucho mejor que antes, el Blindaje Córdoba ha sido efectivo, por supuesto que no está como quisiéramos (sic) que estuviera todo el país (otro sic), todo el mundo (un sic más) que no pasara nada (recontra sic). Suceden cosas y van a seguir sucediendo (archi-recontra sic), lo importante es que son atendidas”. (El término “sic” es del latín y significa “así”, se cita cuando la declaración es tan ininteligible -por no decir burra- y sirve para reproducir tal cual los dichos como los emitió el declarante).
Vaya, para Portilla la ciudad es el paraíso terrenal aun cuando hace unos meses también su suegro, el empresario Manuel Castillo Guzmán, fue secuestrado a plena luz del día pese a los operativos policíacos implementados. La pregunta obligada es: ¿el exalcalde Francisco Portilla Bonilla padece autismo o simplemente se pasa de cínico?.
URGIDOS DE HÉROES
Ávido de tener un policía honesto al cual poner de ejemplo, el gobierno estatal y su burocracia se vistieron de luto para rendir homenaje al agente Eloy Pozos Rivera fallecido el martes pasado en Jalapa luego de que intentó detener a un ladronzuelo que había asaltado una zapatería. Le llamaron “héroe” y montaron guardia alrededor de su féretro. Tuvo exequias de lujo y se convirtió en la bandera momentánea del duartismo pese a que no era uno de los policías “acreditados” de Arturo Bermúdez sino un agente asignado a resguardar un asilo de ancianos.
Su acto, que por supuesto es de reconocer, lo hizo con su arma oxidada y sin el equipo caro y sofisticado que presume el defeño Bermúdez para sus agentes. Era un policía modesto, de esos que son obligados a comprar sus uniformes y botas. Es más, ni siquiera chaleco antibalas tenía y eso hubiera sido la diferencia entre la vida y la muerte. Por supuesto que Eloy Pozos cumplió con su deber pero no hay que perder el contexto, no se enfrentó al crimen organizado, no fue una peligrosa banda de criminales que secuestran, extorsionan, asesinan y tienen aterrorizados a todos los veracruzanos. Fue a un asaltante común que le disparó y el policía estaba en desventaja respecto al equipamiento.
Pero como hacen falta héroes que maquillen el tiradero y se usen para simular lo que no hace la “policía acreditada”, la muerte de Eloy Pozos cayó como anillo al dedo. Poco faltó para que prometieran levantarle una estatua. Eso no es honrarlo, el señor Pozos no murió pensando en que el gobernante acudiría a su sepelio ni que su nombre sería objeto de alabanzas. El humilde policía de la Quinta de las Rosas no dudó en poner en riesgo su vida, efectivamente, por cumplir su deber y entonces el mejor reconocimiento es combatir en realidad al crimen que asola la entidad.
No hacen falta guardias de honor ni toques de trompeta ni vestimentas negras ni discursos adornados para homenajearlo. El policía Pozos murió por combatir el delito y ese ejemplo debería los responsables de la seguridad pública del estado. Ellos deberían imitarlo persiguiendo y capturando a los criminales, ejerciendo la justicia de forma imparcial, evitar retorcer la ley y no volviéndose cómplices de quienes deberían combatir. Así harían que la muerte de ese agente no fuera vana ni un cubre-polvo que esconda lo que está sucio.
Hoy hacen falta muchos policías-héroes como Eloy Pozos en Veracruz porque de los que canturrea Bermúdez solo se cuentan historias de miedo e ineficacia.
LAS HUELLAS
En Quintana Roo el gobierno del priísta Roberto Borge volvió a clonar la revista Luces del Siglo que crítica su administración. La falsificación de los ejemplares la ha hecho Borge en 35 ocasiones según lo denuncia la organización Artículo 19. El caso no es ajeno a Veracruz porque el asesor y operador en medios de comunicación de Borge es Othón González, uno de los buceadores en los drenajes de la fidelidad. Ellos, Othón González y el innombrable en alguna ocasión clonaron toda la edición de Notiver, periódico editado en el puerto de Veracruz, para tratar de confundir a la opinión pública.
Son las huellas de los sucios. Claro, no sirve de consuelo decir que al menos ahora en Veracruz ya no se clonan publicaciones porque la situación no es mejor que antes. Hoy, bajo el duartismo, se queman periódicos críticos como sucedió con esta casa editorial, El Buen Tono en noviembre del 2011, se asesinan a reporteros y a otros que son incómodos los encarcelan para callarlos como a la compañera periodista Marijose Gamboa, presa política del actual régimen y que está encarcelada en el reclusorio de Tuxpan.