Acción o expresión indigna, despreciable, baja, malvada, actuar con vileza, que carece de honra, crédito y estimación, único calificativo, que podemos concebir ante un hecho criminal que atenta en contra de la humanidad como es el secuestro.
Etimológicamente deriva del latín, de la suma de tres componentes del prefijo “in-“, que es indicativo de negación; el sustantivo “fama”, que es sinónimo de “renombre o fama”; y el sufijo “-ia”, que se utiliza para expresar “cualidad”; En el derecho romano se reconocía dos tipos de infamia según sus causas. La infamia facti se decretaba cuando la persona desarrollaba un acto contrario al orden público, la moral o las buenas costumbres. La infamia iurs, en cambio, era una consecuencia de un fraude o de alguna acción dolosa.
“En otra de las muchas fosas clandestinas”, no podemos calificar de otra forma los hechos, fue una infamia, cuando se confirmó la identidad de los restos encontrados, en la comunidad de Hueytepec, municipio de Tecolutla, estado de Veracruz de Ignacio de la Llave, México, y por si no tienen conocimiento las autoridades tiene 606 viviendas, 2245 habitantes, de los cuales 1045 son hombres y 1200 mujeres, tiene un porcentaje de analfabetismo de adultos del 13.54%, el 4.5% de los adultos habla alguna lengua indígena, y lo señalamos porque de esa localidad son originarios los asesinos del empresario hotelero y ganadero Eduardo Alba Pineda, esposo, padre, hermano y sobre todo entrañable amigo, hombre querido y respetado en toda la región, una perdida sensible, innecesaria y cruel, a pesar de haberse pagado el rescate, de nada sirvieron los esfuerzos de la familia y de los amigos, ante la infamia y la ausencia de justicia.
Infames también son quienes teniendo la obligación de protegernos, actúan cuando menos con negligencia, pretendiendo no pensar en complicidad, maldad o vileza; cuando se terminara la infamia que a afectado a toda la especie humana; tenemos que volver a la época de la Antigua Roma, en que la infamia era la degradación del honor civil, la exposición pública y la pérdida de reputación del funcionario o ciudadano al tacharlo de infame, para que no tuviera la posibilidad de continuar o acceder a cargos públicos, limitando sus facultades sociales y jurídicas, fruto de la opinión que, de manera general, la sociedad tiene pero calla, las actitudes y acciones graves.
En sentido canónico, la infamia es la pérdida del buen nombre como consecuencia de la opinión que tienen del individuo distintas personas prudentes. La Santa Sede o las purgas establecidas por la ley canónica pueden remover la infamia iurs (infamia por ley), mientras que la infamia facti (infamia de hecho) se dice, se busca la absolución de Dios por con un cambio de hábito y la manifestación de arrepentimiento sincero.
Se pretende calificar como desaparecidos a quienes lamentablemente son motivo de entierros e inhumaciones clandestinas, como víctimas directas que dejan una estela de dolor, como marca de la infamia, por asesinatos y complicidades incluso de la propia población, como eslabones importantes para que se oculte la maldad, no son hechos aislados, han sido una constante, que negarlos u ocultarlos es carecer de honra, crédito y estimación por el ser humano, pues no se puede engañar a todos, pretendiendo la expiación o la remoción de la culpa, a través de terceros o escusas, para apaciguar la ira e impotencia social, que no busca chivos expiatorios, si no que se haga cumplir la ley.
No podemos voltear a otro lado o ignorar los hechos, en los que se derrama la sangre de una víctima inocente, no podemos ignorar y dejar de señalar el yerro y a los criminales, porque es permitir que continúe pasando, menos cuando se ha establecido una cultura basada en un contrasentido de la Pecunia non olet, “el dinero no huele”, empleada para dar a entender que el valor del dinero no tiene que ver con su procedencia, vale lo que vale, independientemente de la nobleza o vileza de su origen, cuna fértil de la maldad, ignominia e infamia.