Sandra González
el buen tono
Orizaba.- La muerte de Tiburcio, el perro de la cuadra, ha llenado de tristeza a los habitantes de la avenida de Las Fuentes. Este canino era la mascota de muchos vecinos que lo alimentaban y cuidaban, y que a su vez recibían su compañía y protección.
Tiburcio llegó hace unos 15 años a la avenida de las fuentes, donde encontró refugio con una vecina llamada La Güera. Sin embargo, hace cinco años ella se fue y él tuvo que volver a las calles. A pesar de eso, algunos vecinos le siguieron dando comida y cobijo. Tenía diferentes nombres según el lugar donde se encontraba. En Las Fuentes lo llamaban así, en fuente de Cibeles era Solovino, en Fuente de la Alegría era El Negro y en La Noria se le decía Limones. Era un perro muy sociable y cariñoso.
El perrito tenía una rutina para ir a comer y dormir en las casas donde lo aceptaban. También sabía quiénes llegaban de trabajar o de la escuela y los esperaba para ir con ellos. Era muy feliz cuando cumplía su labor. Era muy inteligente, obediente y limpio. Uno de los vecinos que más lo trató fue Hugo Sánchez, quien lo consideró un miembro más de su familia. Tiburcio siempre avisaba cuando quería salir o entrar a la casa y seguía las indicaciones que le daban.
El can sufrió también maltrato de algunos vecinos que le echaban aceite hirviendo o lo golpeaban en la cabeza. Eso le afectó su salud y lo llevó a la muerte. Muchos serán los que lo extrañen, pues también los defendía de otros perros.
Tiburcio fue un ejemplo de lealtad, amistad y gratitud. Su historia deja una gran lección de vida para todos los que lo conocieron y para los que aman a los animales. Su recuerdo permanecerá en el corazón de quienes lo quisieron y lo respetaron.
Ojalá que la partida de Tiburcio sirva para crear conciencia sobre el cuidado y el respeto hacia los animales callejeros.