AGENCIA
XALAPA.- Los cafetaleros Crisanto Valiente, Minervo Cantor y Abraham Cabal, así como Cirio Ruiz González, presidente del Consejo Regional del Café de Coatepec, fueron detenidos en Veracruz, en abierta violación del debido proceso y de sus garantías individuales, y hay además cuatro personas que siguen en libertad, aunque se han girado órdenes de aprehensión contra ellos por el mismo asunto. Se les acusa sin ninguna prueba seria de provocar un incendio en el beneficio de café de Agroindustrias Unidas de México, SA (AMSA), el principal comprador de la región. En realidad, su delito fue oponerse al poder de esa enorme transnacional alimentaria que decidió pagar precios muy por debajo de los de referencia, abusando de su dominancia en el mercado y poniendo en riesgo los medios de vida de miles de familias y la conservación de una enorme biodiversidad que depende del café para sobrevivir a las presiones deforestadoras de la zona.
Los hechos de los que se les acusa ocurrieron el año pasado, durante una protesta contra la decisión de AMSA de bajar el precio que paga por el café que se produce en la zona. Por un acuerdo general se toma como referencia el precio global establecido en la bolsa de Nueva York, que ha estado desde 2022 por encima de los precios de años anteriores. Cuando el precio se ha colapsado —como ocurrió durante 2019— los productores han aceptado las reglas del juego y han tenido que malbaratar su café. Sin embargo, ahora que el precio del aromático ha subido AMSA se ha negado a hacer lo propio y pagar buenos precios. Como, además, la transnacional —propiedad de ECOM Trading, uno de los grandes conglomerados mundiales del café, el algodón y el cacao— tiene uno de los pocos beneficios de café de la zona, ejerce en los hechos un monopsonio (como un monopolio, pero para la compra, no para la venta) que tiene de rodillas a los productores locales. Sin otro lugar donde procesar su producto, deben venderlo de prisa, a riesgo de perderlo si no lo hacen.
Que la tensión entre AMSA y sus compradores llegara al extremo de que estos tuvieran que marchar para exigir a la empresa que se atenga a las reglas del juego, y que luego la empresa tuviera el descaro de presionar a sus aliados en el gobierno de Veracruz y otros espacios para meter a los cafetaleros a la cárcel es muestra de cómo la situación actual es ya insostenible. Los grandes capitales siguen adueñándose, con cada vez mayor cinismo, de la riqueza que pertenece a los demás gobiernos de todos los órdenes y colores, simplemente ponen las herramientas que tienen a merced de ellos y los productores quedan indefensos.
La clave para cambiar este orden de cosas la tienen en gran medida los gobiernos federal y estatal, pero sobre todo está en manos del Congreso de la Unión. El gobierno federal y el estatal tienen que decidir con quién están, si con los productores y la ciudadanía o con los capitales y quienes quieren despojarnos del mundo a todos los demás. Eso implica dejar de fabricar delitos para reprimir a quienes se oponen a AMSA, en este caso, y más bien construir un entorno económico realmente justo. Esto pasa, por ejemplo, porque las reformas prometidas a la Comisión Federal de Competencia Económica no se limiten a su tratamiento de los monopolios, sino que también se la oriente para combatir a los monopsonios. También podrían contribuir a establecer una mesa de diálogo entre las partes.
Por otra parte, la Cámara de Diputados tiene en sus manos una Ley Cafetalera que no es perfecta, pero que al menos serviría para que todo mundo tuviera claro el precio de referencia del sector cafetalero y para que se constituyeran órganos e instancias de defensa de los productores. Si no se ha aprobado es por falta de voluntad y compromiso. Lo ocurrido en Veracruz estos días es muestra de que urge que los diputados la aprueben.
El del café es un sector importantísimo para el país, aunque suele pasárselo por alto. La inmensa mayoría de los cafetaleros son indígenas y muy pobres, pero en el café pueden encontrar una herramienta para conseguir mejores ingresos, sobre todo si se apoyan esfuerzos como los de Cirio Ruiz y sus compañeros por conseguir precios justos para su producto. Por su ecología, además, el café es una herramienta portentosa para proteger la biodiversidad. Defender a los productores es urgente, como es urgente dejar de hacerle el juego a los grandes capitales.