Córdoba.- “Ya llegarás a viejo”, una de las frases que entre los padres se enuncian a los hijos cuando hablan de experiencia, sin embargo, ser longevo a pesar de tener familia, no garantiza que se estará acompañado hasta el final de los días. Aunque afortunadamente existe un espacio al que algunos tienen suerte para llegar a el y para terminar sus días de vida, “El asilo”.
No todos los asilados tienen la bendición de contar con apoyo de la familia, hay quienes fueron abandonados en el Hospital General de Córdoba, tras tener una crítica salud y los menos que tienen aún familiares que les visitan esporádicamente, informó Alma Delia Cortés, trabajadora social de la Casa hogar del adulto mayor “Huehuetlán”, de la ciudad de Córdoba.
Son 18 abuelitos los que se mantienen albergados en el asilo “Huehuetlán”, de un total de once mujeres y siete hombres, aunque hace unos días hubo una pérdida de un asilado. Solo cinco cuentan con familiares que los visitan esporádicamente, a los demás los olvidaron.
“Los familiares poco a poco se van olvidando de ellos, en el inicio de su ingreso si los visitan subsecuentemente, pero con el paso del tiempo los dejan en completo abandono”, señala la entrevistada, quien destaca que a pesar de ello, afortunadamente “se cuenta con un buen equipo de trabajo, hay vocación, los compañeros tienen cinco a siete años aquí”, quienes además de los cuidados, alimentación y atención, también brindan alegría y amor, tras la convivencia diaria que tienen, “para ellos somos una familia”, expresó.
Entre el personal que atiende el asilo, se cuenta con un médico asignado por el Hospital General de Córdoba, enfermera, trabajadora social, cocinera, dos cuidadores, en el turno en los tres turnos del asilo, además que han realizado la solicitud a la Secretaría de Salud para que destine más personal.
Por el momento, la administración del albergue tiene cerrado el cupo para más asilados, aunque hay dos personas en lista de espera, por la falta de personal y por los cambios que se han dado desde años atrás.
Este centro de atención a adultos mayores en años pasados era administrado por el DIF municipal, en ese entonces ingresaron varios ancianos que no tenían familiares.
Hace cinco años aproximadamente el asilo pasó a formar parte de la administración de la Secretaría de Salud, misma que se encarga desde entonces a realizar los ingresos de los asilados.
Principalmente de abuelos que han sido abandonados en el Hospital General de Córdoba, que tras estar internados ningún familiar se acerca a cuidarlos, pero también hay otros que son ingresados por familiares, pero que por ocupaciones no los pueden cuidar.
Actualmente no tienen un programa de actividades a falta de personal y presupuesto, a inicio del 2014, un grupo de estudiantes de la carrera de Enfermería que realizaba su Servicio Social, acudía a auxiliar al asilo, ellos además de prácticas también realizaban talleres de anualidades, como bordado, tejido; sin embargo, los jóvenes egresaron y por el momento no cuenta el personal con más apoyo.
Alma Delia Cortés informó que han solicitado al DIF municipal apoyo para que del grupo de voluntariado les pudiera conceder algún taller, pues no tienen los recursos para pagar a un maestro y es probable que en breve se logre.
Aunque algunos abuelos ya tienen problemas de artritis reumatoide, los demás se mantienen activos, aunque con el paso del tiempo su estado de salud se va deteriorando. Con apoyo del DIF Municipal y algunas empresas logran obtener beneficios para realizar por lo menos un paseo al mes, han ido al parque de la Alameda Murillo Vidal, Paso Coyol e incluso al cine, “el encierro de cuatro paredes no es tan fácil, porque caen ellos en depresión”.
Las salidas les motiva, se entusiasman, pero es difícil para el personal porque a la mayoría de los abuelos deben cargarlos para subirlos al autobús y extremar cuidados en el exterior.
Otra de las necesidades que tienen en el asilo es la gran cantidad de pañales que se requieren, “algunos los dota el hospital, otros los donan grupos de voluntarios, pero también hemos hecho solicitudes a escuelas que también han colaborado con donación de toallas húmedas, ropa, zapatos”.
Con entusiasmo el equipo cuida a los abuelos, quienes a pesar de los años y sus penas, viven con esperanza de volver a ver la luz de cada día.
Sofía Dorantes Chavez
El Buen Tono