Es cierto que éste análisis, desde mi particular punto de vista, no pude ser considerado popular, sino todo lo contrario, mal visto, pero franco y sosteniendo mis opiniones, pues las inmensas mayorías en México, no estarán de acuerdo en que se contradiga un aumento a los de por si raquíticos e insuficientes mal llamados salarios mínimos, los que como tales, han sido considerados como la remuneración mínima establecida legalmente, para cada periodo laboral (unidad de producción, hora, día, semana, quincena o mes), que los Patrones deben pagar a sus Trabajadores, por sus relaciones labores subordinadas; señalan sus antecedentes, que los primeros países que establecieron su uso, fueron Australia y Nueva Zelanda en el siglo XIX, con la finalidad de instituir un salario de garantía para la subsistencia de una familia; generalmente se expresa en unidades monetarias, regulando los salarios mínimos y los mecanismos para determinar periódicamente su monto, generalmente en forma anual.
En México, prescribe nuestra Constitución Política en su artículo 123, “Toda persona tiene derecho al trabajo digno y socialmente útil; al efecto, se promoverán la creación de empleos y la organización social de trabajo, conforme a la ley”; “El Congreso de la Unión, sin contravenir a las bases siguientes deberá expedir leyes sobre el trabajo”, fracción VI. Segundo párrafo, “Los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos. Los salarios mínimos profesionales se fijarán considerando, además, las condiciones de las distintas actividades económicas”, de éstos ordenamientos de carácter obligatorio al estado mexicano, sacamos dos conclusiones, la primera que las declaraciones que hemos visto y escuchado en los medios masivos de comunicación originalmente de Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno capitalino, en el sentido que es necesario un aumento de emergencia al salario mínimo de México, seguidos de inmediato por el líder del PAN, Gustavo Madero, resultan ser declaraciones mediáticas, tendientes al populismo y la clientela política, nada más deleznable, pues solo se pretende sacar ventaja política, sin importar las consecuencias, en consideración a que como lo prescribe el dispositivo constitucional invocado, solo el Congreso de la Unión tiene facultades para legislar sobre los salarios mínimos; y, en segundo lugar esta condición de pérdida del poder adquisitivo de los salarios mínimos, no es nada, que no se conozca, pero sobre todo que no se viva, están por debajo de la línea de la pobreza, no es necesario ser economista, ni analista financiero, simple y sencillamente no podemos pecar de ignorancia de la historia, un aumento por decreto de los salarios, acarrearía como en el pasado, en la época de gobierno populista de quien defenderá al peso como un perro, el presidente José López Portillo, que aumento por decreto los salarios mínimos y ocasiono por su ligereza una espiral inflacionaria, que no es otra cosa, que la carrera ascendente entre los salarios y los precios de las mercancías, los bienes y servicios, y como consecuencia una híper inflación, en contra del poder adquisitivo de los trabajadores y de los que menos tienen, teniendo como resultado inmediato e inminente la devaluación de la moneda, frente a otras divisas; ahora bien para restablecer verdaderamente el poder adquisitivo del salario, solo existe el camino de la productividad, eficiencia y calidad de los bienes y servicios, pero no solo en el sector privado, el más golpeado por la politiquería partidaria, sino del propio Estado, la burocracia en los tres niveles de gobierno Municipal, Estatal y Federal, alcanza en su conjunto cifras descomunales, al encontrase en los rangos del 10% de la población productiva, que solo demuestran la ineficacia, ineficiencia e improductividad de su gestión.
Pretendiendo ser serios en nuestras reflexiones, mientras las condiciones económicas y políticas internas del estado Mexicano no cambien, de nada sirve una macro-economía sana y estable, pues no se traduce en la superación del hambre, pobreza, marginación y desigualdad social, en que viven la mayoría de los mexicanos, cultivo de nuestros males incluida la inseguridad; si no existe austeridad en el gasto, los sueldos y prestaciones de funcionarios, de empresas paraestatales y del sector público en general, que sus ingresos en nada se comparan con el salario mínimo, al no encontrarse establecidos y regulados de acuerdo a niveles razonables y a las posibilidades económicas de este País, pues no pueden coexistir un estado rico y un pueblo pobre, en nada aprovecharán las mayorías las reformas estructurales, si continuamos teniendo rescates financieros, por opacidad, dilapidación del gasto y endeudamiento interno de paraestatales, estados y municipios; coincidiendo en que no se puede aumentar los salarios mínimos por decreto, que sólo haría que los factores empresariales de la producción, por el mayor costo que les traería el aumento salarial, elevaran los precios, teniendo como resultado la inflación, con reflejo en la disminución del poder adquisitivo de la moneda; mientras los Sectores Productivos no tomen acuerdos y el Gobierno no actué en la economía interna, no se podrá elevar el nivel de vida de los mexicanos, por más programas sociales que se implementen; el sindicalismo de estado, que entre muchos otros incluye a PEMEX, CFE, al SENTE y a la CENTE, deben poner de su parte en materia de productividad, eficiencia y calidad y no solo las constantes exigencias, sin vía de regreso, a quienes pretenden servir a los mexicanos, los que cada vez que ven aumentar el salario mínimo, pretenden mayores concesiones a pesar de lo abultado de sus salarios y prestaciones, en comparación al mínimo; los profesionistas, los comerciantes, la pequeña y mediana empresa, como el comercio y el turismo, suficientemente han sido sacrificados, con una reforma hacendaría que lejos de ser recaudatoria, provoco la informalidad, al pretender imponer un Régimen de Incorporación Fiscal General a los Pequeños y Medianos Contribuyentes, con sus consecuencias, además ahora se proyecta imponer al sector productivo, que continúen contribuyendo aumentando gradualmente las percepciones de sus trabajadores, bajo esquemas de productividad, eficiencia y calidad y los tres niveles de gobierno, bien gracias; las reformas estructurales deben de ser palanca de desarrollo, expectativas de mejores condiciones y calidad de vida para los mexicanos en general, por medio de inversiones productivas y no de capitales de especulación, que en el menor indicio de volatilidad emigran a mejores condiciones en los mercados de dinero; las reformas aprobadas son un parte-aguas, pero existen otras de igual o mayor calado pendientes, como la agro-alimentaria, el campo mexicano ha perdido su mayor activo, al campesino y su atención e industrialización son cuentas pendientes, en una economía global que no permite errores, estos últimos días se ha discutido y se continuara discutiendo sobre los salarios mínimos en México, que todos vivimos su estreches, pero para superarla no existen fórmulas mágicas, menos los aumentos por decreto, que en concatenación de relaciones causa efecto, en la que el aumento de salarios, produce incrementos de precios, que a su vez originan aumentos ulteriores de salarios.