En la narrativa de lo inverosímil, ayer di una noticia que era justamente eso: de no creerse. Un joven molesto porque su padre lo envió a Cancún sin el dinero que le había solicitado, decidió fingir un secuestro. En la “prudencia” de este joven, se limitó a solicitar un rescate de 25 mil pesos, lo necesario para pasársela bien en aquel destino turístico. Las autoridades se dieron cuenta cuando éste se presentó en una tienda de electrodomésticos para cobrar su rescate. Evidentemente, el viaje le costará mucho más que el dinero que esperaba tener en sus manos… y es que ahora enfrenta cargos por los que deberá responder. Vaya tontería.
Aunque lo cierto es que, siendo el secuestro el delito que más impacta en la percepción ciudadana (como lo reportó CIDAC en su índice delictivo “8 delitos primeros”), es evidente que tanto los familiares de la víctima como las autoridades tienen razón en activar los protocolos correspondientes. ¿Por qué el padre de este chico podría pensar que todo se trató de un engaño de su propio hijo?
Lo mismo que sucedió con la doctora que fingió también su secuestro. La semana pasada reportábamos este hecho, aunque sólo como, en un inicio, se pensó que era: una consecuencia por la muerte de un menor atendido en el hospital, donde laboraba esta persona. Y es que se le había encontrado amagada, torturada (presentaba heridas de arma punzo cortante en su cuerpo). Se le encontró al interior de una casa en el Distrito Federal. En una de las paredes se leía una amenaza dirigida al resto de compañeros de trabajo de la susodicha, de la que no se ha revelado el nombre.
Hace un par de días las autoridades de Michoacán confirmaron que, en realidad, fue un caso similar al que conté en el primer párrafo, aunque mucho menos torpe, más bien es un caso que rebasa la barrera de lo estúpido y llega a lo enfermo.
Todo se trató de una lección que la mujer le quiso dar a su exnovio, de quien intentaba llamar la atención. Sola se “secuestró”. Sola se infligió las heridas con las que la encontraron. Sola se trasladó
de Zamora a la Ciudad de México. Y sola la encontraron.
Lo curioso del caso es que cuando en una coyuntura existen movimientos de apoyo a los médicos tras casos como el que ocurrió en Jalisco, que originó el movimiento #YoSoyMédico17; para este caso y en los días previos en que se supo el verdadero motivo del “plagio”, esta misma agrupación condenó el “secuestro” y llamó a la actuación de las autoridades.
Es el abuso irresponsable de una coyuntura. Un abuso resultado de los altos índices de delincuencia que desde hace tanto ha vivido el país. Así como CIDAC nos lo reportaba en su índice de percepción ciudadana. Ya cualquiera y tan fácil, no sólo difama, sino también hasta se “secuestra”…