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Marginalia

Superiberia

 

Mc Carstens con papas y refresco

La pelota de playa con más dinero del país o el gober del Banco de México, aseguró que un incremento “arbitrario” al salario mínimo implicaría “resultados indeseables” como más costos para las empresas, que trasladarían el efecto a los precios de los bienes finales e impactarían la inflación, despidos y aumento de la informalidad.

En palabras más mundanas, que si nos suben el sueldo, como eso descompensaría la cadena de esclavismo social en el que estamos sometidos dándonos mayor libertad adquisitiva, las empresas tendrían que meterle un incremento a lo que vendan sus clientes también y así sucesivamente hasta que todo cueste más como en Starbucks, aunque sea igual o más corriente que otros lados, entonces así, el aumento al salario se equipare al incremento en general del precio de todo.

Lo que se trata de insinuar es que el mundo corporativo no está dispuesto a afrontar un mayor gasto por el bien de sus empleados y sociedad en general. Si el gobierno decreta un incremento al salario mínimo para convertirlo en competitivo y digno -jaja-, las empresas responden sometiendo al empleado a nuevas tarifas que hagan merma en ese extra percibido; en palabras más claras y con menos choro: Las empresas y el gobierno están de acuerdo. De lo contrario el gobierno podría impedir alzas en precios por ley. ¿Me explico?

“…La primera es que las empresas decidan trasladar ese aumento en costos a los precios, lo que generaría más inflación y de alguna manera derrota el objetivo de aumentar el salario real de las personas”. – A menos que como gobierno pudiéramos proteger al pueblo de ello creando una ley y… bueno lo demás es utópico. Que llamen a Chile (el país) y que pregunten cómo le hicieron para tener un salario mínimo de más de 200 pesos, chance y algo les aprenden.

Yo propongo que a Carstens mejor lo lancemos como tapón para el hueco en la capa de ozono.

 

Ríos Bernaldia

Ayer, cuando saqué a mi perro para que hiciera sus necesidades en el patio, me encontré con un nuevo diario tirado dentro de mi domicilio. Al principio pensé que era otra vez propaganda de los de Coppel, pero al comenzar a leerlo taza de café en mano, pude ver el bonito logo ese de colores como de bandera gay que usan en el Ayuntamiento, después aprecié la calidad del papel y el de la impresión (muy por encima de cualquier standard de la ciudad, probablemente maquillado en Puebla o cuando menos en Xalapa), después la tipografía light y condensed muy bien utilizada y decidí que le iba a dar un uso práctico; porque si Tomás Ríos utilizaba mis impuestos para gastarlos en un maravilloso diario nuevo que informara lo guapo y talentoso que es, yo no podría hacer menos que rendirle tributo.

He descubierto que es un excelente recoge cacas y absorbe muy bien aún en situaciones de riesgo, como en pasto mojado. Después, cuando llevé adentro el restante intacto pude contemplar lo bueno del periódico; madura muy bonito los aguacates.

La verdad no sé que decía porque no me presto a timos, pero si estás leyendo esto y tienes una copia en tus manos, te invito a que le busques alguna otra utilidad además de tratar de reivindicar una muy desdichada imagen pública como la de nuestro presidente municipal.

Yo sé que todos van a robar cuando lleguen al poder y por eso a todos les tengo asco, pero si ya se embolsaron la lana de los uniformes inservibles, lo de los Juegos Centroamericanos, las obras públicas deficientes y se incrementaron el sueldo además de darse vacaciones sin cumplir el año, mínimo, mínimo ya no tiren nuestro dinero en un periódico innecesario y mejor usen un poquito, solo un poquito en la ciudad que lo necesita. Si quieren mejorar su imagen, háganlo como se debe: haciendo las cosas bien. Tal vez mi voz sea una sin peso y mi reclamo se tome a risa -que es parte del argumento de Marginalia-, pero yo me lo tomo en serio, no puedo creer que en estos tiempos siga existiendo gente que busca hacer política a la antigua.

Se los dejo de tarea

 

@AmolianElvein

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