En un enorme salón legislativo deliberaban un sinnúmero de animales, se quejaban y exigían un cambio en el trato que recibían por parte de los humanos. Un cacaraqueo estridente anunció la intervención de una gallina de granja: -Esto no puede seguir así, estos malditos humanos me tienen prisionera de por vida en una pequeña celda, estimulada por hormonas sintéticas me hacen poner un huevo diario, ya no aguanto mi trasero, me tienen peor que a una prostituta secuestrada y obligada a atender a varios clientes del crimen organizado, ni siquiera puedo mirar la luz del sol, ni gozar de la oscuridad de la noche, pues me encienden luces para que crea que el día continúa y siga comiendo y se acelere mi metabolismo productivo, nunca podré gozar de la persecución de algún gallo y ni siquiera tengo el derecho de reproducirme. Para colmo el día que se termine mi ciclo productivo, molerán mi cadáver entero con todo y plumas para elaborar comida de pollos de engorda- Un piar lastimoso surgió de uno de los rincones del salón, decía un inmóvil pollo: -Tu siquiera vives toda tu vida, en cambio nosotros estimulados también por las hormonas, pasamos de bebes obesos a niños supercebados casi todo el tiempo echados de tan gordos que nos ponen, si tuviera oportunidad no podría perseguir a ninguna gallinita de mi elección ya que apenas puedo ponerme de pie y además en menos de tres meses estaremos en una rosticería esperando que estos malditos nos devoren- Un potente mugido anunció a un regordete torete: -A nosotros nos pasa lo mismo apenas si vivimos dos años, y además de las hormonas todavía nos castran para que toda la energía se convierta en jugosos bistecs que ellos devorarán, el día de mi muerte me meterán un electrodo en el ano el cual me provocará un desmayo, dizque para que no sufra, y me colgarán y me acuchillarán para que me desangre totalmente- Una tambaleante vaca opinó –Estoy igual que tu querida gallina a mí me inyectan para que produzca mayor cantidad de leche, y tanto me han exprimido que pronto moriré tuberculosa como la mayoría de mis congéneres- Un silbido subsónico salía de un tanque acondicionado para los representantes de los atunes, donde una regordeta tonina se quejó: – A nosotros nos sacan con redes de nuestro medio y nos amontonan con otros miles mientras nos ahogamos, tanto por el peso de los demás como por la falta de oxígeno, sufrimos una muerte espantosa, prefiero que me entrenen y me manden a Sea Word a divertir niños-. -Sí, si- Decía un hermoso osito -yo prefiero vivir en el circo a que me encierren en una celda de cualquier zoológico- Un agudo chillido salió de un agujero en la pared, apareciendo un pequeño ratón -Que me dicen a mí, que tengo que soportar el horrible golpe del resorte de la ratonera que me rompe la columna y no siempre me mata de inmediato, o luchar por horas pegado a horribles cartones engomados, muchas veces cuando ellos ven que todavía no he muerto, me tiran a un balde de agua para que muera ahogado-
¡esto no puede seguir gritaban al unísono toda clase de animales, quejémonos con alguien!
Pronto el salón se convirtió en un pandemónium. El piojo gritabais. -A mí me llenan de DDT- Una enorme rata negra clamaba: -conmigo usan el famoso mil ochenta veneno que me produce dolorosas hemorragias internas, ¡Ah pero eso sí a mis hermana las ratas blancas las miman y las usan como mascotas de sus pequeños hijos, malditos racistas todo porque son güeritas- -a mí no me dejan vivir en paz en el intestino de los humanos con poderosas purgas me condenan a muerte- decía una enorme solitaria gorda por tanta hormona consumida por el niño de la que fue sacada. Miles de animales protestaban no había tiempo para escucharlos a todos.
– ¡Quejémonos con el gran Hacedor del Universo!- dijo alguien, mientras otro por ahí contestaba ¡No, Él les ordenó que los humanos señorearan sobre nosotros! -Quejémonos pues con los compasivos asambleístas del DF – dijo otro, y otro más le contestó – no, no, eso no sirve de nada, esos no se compadecen de nadie, solo nos utilizan como bandera de su pobre prestigio político, ¡ya ven ni siquiera se atreven a decir algo a los charros! Ellos no saben nada del maltrato que sufrimos, solo nos sacan de una jaula para meternos en otra, pues no podríamos sobrevivir en un medio natural, esto sin contar que los medios naturales ya los agotaron, busquemos otra solución-
Por último la voz grave y pausada de un circunspecto y enorme búho sentenció: -Solo regresándolos a su condición de simios a estos humanos, solo así podríamos recuperar nuestra propia naturaleza-.
TU ERES LA PRIMERA QUERIDA VIRID