Alejandro Aguilar
El Buen Tono
CÓRDOBA.- Un mundo subterráneo en Córdoba. Vivir bajo los puentes es el escenario de los “sin techo”, que lidian entre adicciones, estigma, basura, desprecio de la gente y omisión de autoridades.
Como si fuera una de las grandes urbes, también en Córdoba hay una vida que se desenvuelve bajo ella. No es en medio de coladeras, ni túneles, pero sí bajo puentes, rincones olvidados que nadie reclama.
Y tampoco es en las orillas, es casi en el Centro, incluso a pocas cuadras del Palacio Municipal. Basta caminar cinco o seis cuadras para llegar al ‘’Parque de Bolsillo de Dos Puentes’’ para ver los contrastes sociales.
En dicha privada, en la intersección de la avenida 10, calle 2 y avenida 1, un estrecho camino lleva a las orillas del río San Antonio, sobre él atraviesa el puente extensión de la avenida 6, ahí al menos dos personas tienen su hogar.
A las 10:00 horas, una persona sale y baja de una concavidad de las columnas del puente. Hora del desayuno. Le esperan otras cuatro personas que han improvisado una cocina al aire libre. Una sartén de la basura, fuego de la hojarasca, así calientan los alimentos que han conseguido de los vecinos que les regalan sopa y pan. Una botella de aguardiente sustituye el café.
‘’Erick’’, a sus 67 años ha olvidado desde cuándo vive, sobrevive, ahí. Se dedica a “chatarrear’’, pernocta en un colchón usado y con sarapes. Cuando llueve o hace frío, un rincón bajo el concreto es su lugar acogedor. El consumo de aguardiente le apoya a tolerar las inclemencias del tiempo. “No nos metemos cosas de droga, ni hacemos nada malo. Sí nos tomamos nuestro alcohol, no lo niego. Aquí me trajo un soldado y antes venía la Policía a vigilar’’, dice mientras revela que los apoyos de los programas del Gobierno le alcanzan para subsistir.
En uno de los huecos del puente se ven condones, restos de jeringas, ropas, heces que empañan con pestilencia ese lugar y basura que ni las personas en situación de calle quieren.
Habitantes de esa área, que conecta a la colonia Venustiano Carranza, dijeron que esas personas son una ‘’molestia’’, ya que llegan con su basura.
Algunas cuadras de ahí, rumbo al Rastro Municipal, se encuentra la privada Colonia Nueva’, que dirige también a orillas del río San Antonio. En ese punto, las olvidadas instalaciones de baños públicos es el hogar de al menos tres jóvenes, que acondicionaban el lugar para refugiarse entre harapos.
Nadie los conoce, nadie interactúa con ellos, dicen vecinos que llegan a dormir y consumen sustancias ilegales.
Considerada zona federal, nadie reclama el inmueble. Hay restos de jeringas, un sillón, basura quemada, paredes con grafiti y el miedo de quienes viven por ahí, que revelan que a ese lugar acuden “uniformados’’, indigentes y del ‘’Escuadrón de la Muerte’’, todos para “quemarla’’ (marihuana u otras drogas). No dicen cuántos son, solo que lo saben autoridades.