En la visita que hizo estos días el gobernador de California, Jerry Brown, a México concluyó con una advertencia: que tengamos mano dura sobre las petroleras ahora que con la Reforma Energética puedan entrar al país empresas privadas a competir con Pemex y CFE y a ofrecernos a los consumidores sus servicios.
Empresas como Exxon, Shell, Chevron y Mobile que tienen tamaños tanto o más grandes que muchas economías completas de países.
Brown da este consejo por la experiencia tan mala que tuvo California con la privatización de su industria eléctrica que comenzó en 1996.
Pocas cosas positivas quedan de llegar 20 años tarde a reformar nuestro sector energético. Pero entre éstas se encuentra la posibilidad de aprender de lo bueno, lo malo y lo feo que ha ocurrido en otras latitudes.
Para México, California tiene un claro ejemplo de lo que queremos evitar y cómo.
California decidió desregular su sector eléctrico con el fin de aumentar la competencia en 1996. Cuatro años después de este intento los precios de la electricidad comenzaron a dispararse al mismo tiempo que se dieron una serie de apagones que afectaban a millones de habitantes del estado.
Ante la escasez de oferta, que coincidía curiosamente con periodos pico de consumo, y los constantes apagones, para enero de 2001 el entonces gobernador de California, Gray Davis, tuvo que declarar estado de emergencia. Unos meses después la empresa Pacific Gas & Electric Company se declaró en quiebra.
¿Qué pasó para que ocurriera este desastre en California?
Los años tras esta pésima época de energía eléctrica en California han mostrado que el gran error fue la ausencia de un regulador fuerte en la materia que evitara la formación de cárteles de algunas de las empresas que manipulaban oferta y precios y con ello quebraron a la competencia para, al final, vender más caro el producto.
El regulador que debiera haber evitado lo anterior era externo, no del Estado, conformado por las mismas compañías de electricidad. Aún cuando su labor era regular al mercado y hacer respetar la ley evitando manipulaciones en los precios de la energía eléctrica, la realidad es que fue una combinación de debilidad de la comisión reguladora y de fortaleza en el cabildeo de las empresas como Enron que llevaron al desastre al sector y a la salida forzosa del gobernador Gray Davis cuando los ciudadanos de su estado, hartos de la crisis eléctrica, votaron para que saliera del gobierno.
La recomendación del gobernador Brown es clara: cuidado con estas enormes empresas. Hay que saberlas regular.
La misma receta debiera de aplicarse en nuestro caso con los sindicatos. Cuidado con el enorme sindicato petrolero. Hay que buscar ahí también mayores controles, transparencia y regulación. De lo contrario, tampoco veremos los beneficios que tanto hemos escuchado traerá la Reforma Energética a México.
Twitter:@AnaPOrdorica