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El Panteón Juárez y sus múltiples historias

Superiberia

DAVID GABRIEL GUTIÉRREZ 

EL BUEN TONO 

Nogales.- Un sin fin de historias y leyendas son las que se cuentan sobre el panteón municipal Benito Juárez, que se ubica en el corazón de Nogales, al cual se le considera como uno de los más antiguos de la región y del estado de Veracruz. 

Destinado como cementerio por ahí del año 1800, el predio fue utilizado en los inicios de la Revolución Mexicana como paredón de fusilamiento y crematorio, por lo que aún se pueden observar las huellas de las balas que acabaron con las vidas de cientos de personas. 

Lo anterior le da un aire de misticismo, una rica historia, y la oportunidad de vivir experiencias únicas al recorrer cada una de sus secciones; especialmente los días 1 y 2 de noviembre, en que las almas de los que ahí ya descansan, vuelven para reencontrarse con sus seres queridos. 

Historias

Una de estas leyendas es la que varios ex obreros de la fábrica dedicada a la elaboración y decorado de envases de vidrio relatan, quienes afirman que espíritus y almas en pena se pasean noche a noche por algunas de las áreas más confinadas.

Y es que según dicen los más viejos, una parte del terreno, en donde fue asentada la factoría pertenecía al antiguo panteón, por lo que muchos tuvieron la mala fortuna de observar cómo la figura de niños, una mujer y hasta de un anciano los visitan muy a menudo. 

Es por eso que muchos de ellos prefieren no acercarse durante la noche, al punto destinado para verter los desperdicios de vidrio plástico y madera, ya que es una barda lo que los divide y se logran escuchar los tétricos lamentos de las almas en pena. 

Habrá muchos que creen en situaciones del más allá, otros que se mantienen escépticos y se niegan a aceptar que un alma pueda cruzar el umbral, para de alguna u otra forma materializarse en el plano terrenal y generar una energía mística. 

Sin embargo, la realidad es que se hace casi imposible dejar de pensar que la mayoría de las personas que abandonaron la vida de forma trágica o por causas de salud, se den una «escapadita» de vez en cuando para recorrer los lugares que visitaban mientras estuvieron vivos. 

De esto también dan cuenta varios trabajadores y alguno que otro visitante, quienes piensan que muchos de ellos son personas que se niegan a aceptar que están muertos y se resisten a dejar la tierra, para irse al descanso eterno en sus frías «camas de piedra». 

«Pienso que las almas de los niños, la mujer y de un anciano que suelen aparecerse en el panteón, sienten que aún no es tiempo de irse y por eso se aparecen con mucha frecuencia en el camposanto», afirmó uno de los trabajadores. 

La pequeña Angélica

Otra de las historias que cuentan quienes la vivieron, es la de la pequeña Angélica o “Geliquita”, como la llamaba su mamá de cariño, quien murió a la edad de 12 años a causa de un padecimiento crónico y se aparece de vez en vez afuera de su tumba.

Pero lo más escalofriante es que su madre, la señora Guadalupe Durán Morales, quien fue la administradora del panteón de 1992 a 1997, quiso que el cuerpo de su pequeña permaneciera intacto para la eternidad y lo mandó a embalsamar. 

Incluso se dice que, el día que cumplió sus 15 años, la mujer abrió las puertas de la capilla en donde reposa para organizar una fiesta a la acudieron sus trabajadores, visitantes y todo aquel que pasaba por el lugar para alegrar el alma de la pequeña “Geliquita”. 

Relatan quienes año con año asistían a la celebración de la niña, que el amor de madre quedó plasmado en la figura de doña Guadalupe, quien tras la muerte de su hija pasaba días visitando su tumba y haciendo obras de caridad en favor del cementerio. 

Fue así como las autoridades de aquel entonces, la nombraron administradora general para que pudiera estar al lado de su amada hija, quien como dicta la tradición llega para visitar su lugar de descanso el 1 de noviembre en la celebración del Día de Muertos. 

Tras su deceso los restos mortales de la señora “Lupita”, fueron depositados junto a los de su pequeña para que pudieran descansar eternamente, por lo que algunos relatan que han visto a una mujer arrullando a una bebé de brazos sentada en una vieja silla mecedora. 

A modo de homenaje, uno de los familiares de la mujer acude con frecuencia a la capilla en donde yacen madre e hija, para arreglar y abrir sus puertas, a fin e visitar el lugar, que se ha convertido en parte de la historia y encanto del panteón. 

Así como estas hay muchas historias que surgen de las entrañas del viejo cementerio, que hoy recibirá a cientos de personas que acuden para convivir con sus muertos, quienes como reza el dicho: “Podrán irse de esta tierra pero jamás de nuestros corazones”. 

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