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‘Mario, el niño del panteón

Superiberia

Efraín Hernández

El Buen Tono

Córdoba. – La historia de Mario Guízar Caballero, mejor conocida como el niño del panteón, quienes conocen su historia narran que el pequeño falleció a causa de neumonía, ya que sus padres no contaban con recursos económicos para ser atendido y que obligaron a sus padres a emigrar a Estados Unidos, la tumba recibe la visita de propios y extraños.

Panteoneros, los cuales están acostumbrados a escuchar a diario historias, han señalado que la del pequeño niño es conocida como “Mario, el niño del panteón”, y es que sus restos, los cuales fueron enterrados hace casi 40 años descansan a unos metros de las llamadas fosas comunes.

DESPIERTA TERNURA

Cuando uno camina entre las tumbas no es muy frecuente ver una estatua de un infante abrazando a su perro, la cual se ha convertido en un punto llamativo del camposanto, ya que hay quienes le colocan flores y hasta globos, pelotas o
carritos.

La presencia de la tumba del niño y su perrito es una de las más significativas porque “su presencia entre las más de 10 mil tumbas y criptas del panteón Zacatepec, da un ambiente enigmático y sobre todo de misticismo por las características del sitio que resguarda sus restos, según se estima, desde hace más de tres
décadas”.

La señora Eva, lleva más de 35 años laborando en el panteón, enfatizó que después de las seis de la tarde se puede ver a un niño jugar con su perro en ese pasillo.

“Si se le observa demasiado a la figura, se siente pesadez como si te estuvieran observando”.

Y es que son chicos y grandes quienes van a visitar a un familiar al panteón y pasan cerca de la tumba de “Mario, el niño del Panteón” es inevitable no voltear a ver la figura de un niño abrazando a su fiel compañero. 

Otro trabajador expresó que son muchos los mitos que se cuentan sobre la historia del niño, envuelto en el misterio.

“El tiempo que llevo trabajando aquí nunca he visto que algún compañero arregle dicho lugar, siempre luce solitario”, dijo.

Confesó que, en una ocasión se encontraba preparando una fosa cuando “escuché a una persona que le daba las gracias por darle suerte, logre oír que le decía a otra persona, me conmovió y le dejé unas flores y a los tres días me trajo suerte”, señaló.

Han pasado 38 años del fallecimiento de Mario, pero su figura no muestra deterioro, el niño vestido con un traje de marinero, con el pantalón arremangado y los pies descalzos, rodeando con el brazo derecho a su perro, con una mirada más tierna que la del infante, dan testimonio que a pesar del tiempo y las lluvias se conserva la esencia de un angelito que partió de este mundo cuando tan únicamente tenía dos años.

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