in

No hay tsunamis de papel

Superiberia

 

El 28 de julio de 1976 un terremoto de 7.5 grados destrozó Tangshan y causó decenas de miles de muertes en varias regiones de China. El gobierno, en el fenecer de la Revolución cultural, propagó que los terremotos eran tigres de papel. China se negó a aceptar ayuda del exterior.

El 11 de marzo de 2011 sucedió el “Gran terremoto de Japón Oriental” de 9.0 grados. Las sacudidas se sintieron en gran parte de Japón; las prefecturas de Iwate, Miyagi y Fukushima, de la región de Tohoku, fueron las más afectadas. El conteo final de víctimas fue de 20 mil 896 muertos, tres mil 084 desaparecidos y seis mil 025 heridos. Los destrozos incalculables. El terremoto dañó la planta nuclear de Fukushima Daiichi. Los dispositivos de emergencia funcionaron y la planta cerró toda actividad. Pero el terremoto causó un maremoto violento que a su vez provocó un tsunami con olas que alcanzaron hasta 40 metros de altura. Éste conmovió los reactores de la planta nuclear y suscitó una fuga de hidrógeno.

Japón no se cerró al mundo; aceptó toda la ayuda, pero no dependió del apoyo externo. La cultura —algunos hablan de la ética— japonesa se mostró en las tareas de recuperación; y sigue en el empeño.

Las muertes y los daños fueron enormes. La fuga de la planta nuclear creó una ola de radiación cuyos efectos se sienten todavía. Nadie desdeña las consecuencias, pero no se escuchan voces que sólo se quejen o le carguen la mano al gobierno. Lo que algunos teóricos de Occidente, como Robert Putnam, llaman capital social contiene tres elementos: 1) redes sociales, 2) normas interiorizadas de reciprocidad y apoyo mutuo y, 3) confianza. En Japón ciertos autores, como Hidenori Fujita, utilizan el concepto de kyosei. Éste se entiende como un valor básico para la seguridad social y humana, un orden social pacífico, solidaridad comunal y actividades diarias encaminadas a la consecución del bien colectivo.

La recuperación (no se habla de reconstrucción) de la región de Tohoku marcha a un ritmo impresionante. En Tohoku todo mundo se aplica a la tarea. Los estudiantes de preparatoria y de secundaria de comarca representan un papel fundamental como organizadores de muchas de las actividades. Una combinación de capital social y kyosei, así como el apoyo del gobierno e instituciones internacionales sirven de base para organizar el trabajo colectivo. La OCDE, por ejemplo, decidió apoyar a los estudiantes y de paso construir una plataforma de aprendizajes necesarios en el siglo XXI para casos de desastres. La OCDE difunde información valiosa, pero no partió nada más de la iniciativa de esa organización.

Los estudiantes y los adultos que pasaron por las escuelas japonesas interiorizaron esa ética de solidaridad y trabajo arduo. Si hoy laboran con empeño todos juntos en la recuperación de sus hogares y bienes, así como de los activos de la sociedad, es porque en la escuela desarrollaron capacidades colectivas mediante el kyosei. No lo hicieron siguiendo el currículum formal, sino a través de rituales escolares, actividades extracurriculares que permiten a los estudiantes participar en acciones colectivas (deportes, arte y trabajo, como hacer la limpieza diaria de sus salones, otras instalaciones y campos deportivos). Éstas les permiten desplegar sus habilidades y conocimientos, así como un sentido de pertenencia a la escuela y después a la comunidad.

Eso se debe a una cultura de enseñanza en colaboración y liderazgo colectivo en las escuelas; lo que contribuye a la creación de comunidades de aprendizaje, pero también de lazos de solidaridad y apoyo mutuo. Esto no se puede medir con evaluaciones estandarizadas. Pero funciona.

El año que entra se cumplirán 70 años de la explosión de la primera bomba atómica en Hiroshima. En el museo se ven fotos de la devastación que causó la deflagración. También un cuadro donde uno de los científicos que la construyeron pedía cautela porque, arguyó, una vez que estalle quedará un yermo donde no crecerá nada en 100 años.

Hiroshima es una ciudad verde, llena de jardines y flores, con agua pura. Su gente sonríe. Si los japoneses reconstruyeron Hiroshima, ven con optimismo la recuperación de Tohoku. No conciben a los tsunamis como tigres de papel, mas el kyosei les permite salir adelante de los desastres.

*Académico de la Universidad Metropolitana

 

Carlos.Ornelas@gmail.com

CANAL OFICIAL

Farsas en Acayucan * Marco Martínez, el intocable

Modificarán con louvers La Isla