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La fiesta inolvidable

Superiberia

 

Al delegado en Miguel Hidalgo, Víctor Hugo Romo, lo notamos preocupado, desconcertado, desorientado. No tiene claro cómo hacer efectivo el “control de daños” que le provocó el escándalo de la fiesta organizada en la Rotonda de las Personas Ilustres por la otrora desconocida actriz Claudia Cervantes Hinojosa.

Claudia ya logró su sueño de ser famosa, pero no por su talento artístico, sino por cantar, brindar y bailar sobre las tumbas de Alfaro Siqueiros, Diego Rivera, Ponciano Arriaga, Mariano Arista, Antonio Caso, Rosario Castellanos, Heberto Castillo, Ricardo Flores Magón y muchos otros próceres de la patria que no estaban en la lista de invitados, pero que se chutaron hasta el Mariachi Loco un viernes de Luna llena.

Peor. Nos enteramos de que fue ella la que entregó las fotos a la revista del corazón que las publicó y detonó la bronca. “Nadie me prohibió que lo hiciera”, habría justificado la actriz, según la versión que tenemos.

■* En las redes sociales traen a Víctor Hugo de encargo. El escándalo hizo el efecto de un “Alka Seltzer en el agua”, como él mismo reconoce.

El asunto va más allá del aluvión de comentarios en Twitter y Facebook. Los senadores Blanca Alcalá, PRI, y Javier Lozano, PAN, presentarán un punto de acuerdo en la sesión de la Comisión Permanente.

El texto de los legisladores exhorta a las autoridades competentes a establecer las bases para el uso respetuoso de la Rotonda de las Personas Ilustres y a iniciar una investigación por los acontecimientos del 13 de junio del presente año ocurridos en ese lugar

■ -¿Claudia es tu novia? —soltamos a quemarropa.

Víctor Hugo giró la cabeza. Miró hacia la nada y sonrió. No se mostró sorprendido ni molesto con la pregunta. Incluso bromeó antes de contestar:

“Es una conocida. No lo niego. Nos ha acompañado en eventos con otros actores que viven en la delegación, como Carmen Salinas y otros actores que viven en la delegación”.

-¿Qué tan cerca estás de ella? —insistimos.

– Pues digamos que como estoy cerca de ti. Te conozco. No va más allá.

-¿Dicen que quisiste quedar bien con ella?

-No es verdad.

-¿Qué opinas de una fiesta en la Rotonda de las Personas Ilustres?

-Es absolutamente reprobable. El permiso se dio para otro fin. Era para una filmación, no para una fiesta… Ya sancionamos al que dio el permiso, multamos a la empresa Claus Entertainment S. A. de C. V. con 500 salarios mínimos.

Ya los pagó.

■ El funcionario sancionado es Rafael del Val. Fue removido como subdirector de Servicios al Público de la delegación. 

Muy al estilo obradorista, Romo asegura que el escándalo derivado de la fiesta es algo así como un compló para bajarlo en las encuestas. “Existe interés por desprestigiarme”, asegura.

Romo iba bien en su carrera política, hasta la ocurrencia de Claudia. La encuestadora de Paco Abundis, Parametría, dice que el PRD trae 42% de las preferencias en la demarcación. El PAN, 24; el PRI, 21, y Morena, seis por ciento.

No ha medido aún el impacto del escándalo, pero asegura que antes de “la crisis” tenía un buen nivel de aceptación. Su calificación era de 66%, según la misma casa encuestadora.

Niega que Del Val sea el chivo expiatorio en toda esta historia. Nos muestra una carta notariada que envió al Gran Diario de México en la que el funcionario asume toda la “responsabilidad” de haber otorgado el permiso. Buscamos a gente cercana al cesado funcionario. “La orden la recibió de arriba”, nos aseguran.

■ David Penchyna entró y salió muy sonriente del privado donde comían un grupo de senadores del PAN en el restaurante The Capital Grille. Las carcajadas abundaban. Imaginamos que las ironías también. “Han de estar hablando de Barbosa”, ironizó un comensal.

Horas antes, los panistas presentes nunca hubiesen imaginado que a su comida en ese restaurante de avenida Reforma les caería diez minutos el senador priista que preside la Comisión de Energía.

La sesión de las Comisiones Unidas de Energía y Estudios Legislativos se anunciaba larga, muy larga. Hubo diputados que, ellos solitos, se reservaron toda la ley. “Hay cuatro mil reservas”, dijo Penchyna en entrevista de radio.

Pero el colmilludo expriista Manuel Bartlett, hoy del PT, metió el desorden, sabedor de que el PRI y el PAN les iban a aplicar la mayoría.

“¿Para qué seguir con este diálogo fastidioso, reiterativo, inútil? Vamos a repetir una y otra vez lo mismo. Aprueben lo que tengan que aprobar y vámonos. Se van a aplaudir unos a otros”.

Don Manuel se salió del salón, pero antes de que lo hiciera, Penchyna ironizó: “Que tenga buen día, senador Bartlett”.

■ El joven perredista Zoé Robledo le cobró la factura al sonriente Penchyna. Le dijo al priista:

“Lamento decírselo. Usted no estuvo a la altura. Usted tuvo que haber conducido un debate amplio, un debate hacia la sociedad, un debate abierto, pero usted decidió otra cosa.

“Es de verdad una vergüenza para el Senado de la República haber realizado esta discusión sin respetar el reglamento parlamentario, sin una discusión abierta, sensata.

“…Tienen la mayoría, demostraron que no saben para qué sirve esa mayoría, hagan ustedes lo que crean mejor con su mayoría, nos vamos.

“…Nos vamos porque sabemos que en el Pleno hay un presidente que hará valer el reglamento, no tendremos a alguien para quien el reglamento simplemente es un librito que leemos los demás.

“Nos vemos en el Pleno, ahí estamos convencidos de que habrá un ambiente diferente y que habrá la oportunidad de debatir esto de cara a la nación”.

Remató, mordaz: “Senador Penchyna, que tenga usted muy buenos días…”

■ A Penchyna lo abordamos apenas salió del privado del Capital Grille. Le preguntamos su opinión sobre la salida de los perredistas. “Es un chantaje ideológico con fines electoreros”, aseveró.

Horas antes, cuando abandonaban el salón de sesiones, le preguntamos a Miguel Barbosa, coordinador de los senadores del PRD, si abandonaban la plaza. “Es un retiro estratégico. Nos salimos para no legitimar este circo”, puntualizó.

La sesión, ya con el PRD fuera, se fue rapidísimo. A las 15.10 horas —incluido un receso— PAN y PRI ya habían aprobado los cuatro dictámenes.

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