El Papa Francisco elevó el sábado pasado a otros 20 clérigos al rango de cardenal, expandiendo formalmente el grupo de los dignatarios católicos elegibles para votar por su sucesor en caso de fallecimiento o de que renuncie: esto último un paso que él ha dicho que ponderaría si surge la necesidad.
De los sacerdotes nombrados cardenales en la ceremonia en la Basílica de San Pedro, 16 tienen menos de 80 años y, por lo tanto, son elegibles para participar en el cónclave: la asamblea de cardenales que depositan sus boletas para elegir un nuevo pontífice.
Francisco, de 85 años, ha nombrado ahora a 83 de los 132 cardenales actualmente elegibles para sumarse a un cónclave. Los otros fueron nombrados por los dos papas previos, San Juan Pablo II y Benedicto XVI, cuyo retiro inesperado en 2013 abrió el camino para el ascenso de Francisco.